Un territorio estratégico para el país
LA REGIÓN QUE SOÑAMOS. Justo Zuleta Santander, alcalde de San Pedro de Atacama.
La Región de Antofagasta debe transformar su paradigma actual. Más allá de ser simplemente el contenedor de "minerales estratégicos para el país", necesita ser reconocida como un "Territorio Estratégico para Chile". Esta nueva visión requiere un cambio fundamental en cómo se abordan los desafíos regionales: ya no puede ser la empresa extractiva la única responsable de resolver los conflictos con las comunidades locales. Es momento de que todos los actores, incluyendo al Estado, asuman un rol activo en el desarrollo territorial, especialmente cuando se trata de proyectos que impactan directamente en la calidad de vida de sus habitantes.
Como hijo de esta tierra que he transitado entre San Pedro de Atacama, Calama y Antofagasta, he sido testigo de la evolución de este territorio desafiante y hermoso. Nuestra historia geológica, que se remonta a millones de años, ha configurado una riqueza mineralógica excepcional que ha contribuido significativamente al erario fiscal chileno: primero fue el salitre, luego el cobre, y ahora el litio.
Para mirar el futuro con mayor optimismo, es fundamental revisar el rol del Estado en esta relación histórica con los atributos y personas de nuestra región, y contrastarlo con nuestro posicionamiento actual como una comunidad organizada para lograr un rol del estado más consciente y cercano.
Las jornadas de trabajo comunitario en mi juventud demostraban el poder de la colaboración, donde el compromiso mutuo superaba la importancia de los recursos económicos. La picardía y alegría con que se recibía a quienes querían ayudar creaba un círculo virtuoso: quienes recibían apoyo hoy, mañana retribuían ese respaldo.
Esta tradición ancestral nos enseña una valiosa lección sobre cómo abordar los desafíos actuales y construir una sociedad más solidaria, especialmente en un territorio que demanda unión y compromiso colectivo.
Las aspiraciones de nuestra región son claras y compartidas: mejor conectividad vial, acceso a salud de calidad, servicios básicos eficientes, aire limpio, educación de excelencia, seguridad y espacios de esparcimiento.
Sin embargo, la materialización de estos anhelos enfrenta obstáculos significativos. ¿Por qué los proyectos no se materializan o demoran tanto en su ejecución? Pocas veces nos detenemos a revisar el cómo hacerlo, si hay más de una solución, qué necesitamos para cada solución planteada y quiénes podrían ser parte de ella. Veo con preocupación que hoy nuestro comportamiento en la base social se orienta más a la exigencia de soluciones, pero muy ausentes de los espacios de participación donde se discuten estos aspectos y en donde también se puede ser parte de la solución.
Tomando el ejemplo de la nueva política del litio, donde se reconoce a las sales de litio como mineral estratégico, muy distintas serían las posibilidades si el enfoque fuese reconocernos como territorio estratégico para el país.
Esto no es una mera declaración, es una oportunidad de una mirada sistémica de cada territorio. Esta nueva visión permitiría un trabajo sinérgico entre instituciones estatales y locales, acelerando la materialización de proyectos necesarios para el desarrollo regional.
Es importante reconocer que tenemos fuertes debilidades a nivel de los diferentes brazos de la institucionalidad pública que para el común de la población no son tan evidentes. Entre ellas, permisos sectoriales que en algunos casos no son posibles de abordar en menos tiempo por falta de recursos humanos o técnicos.
Una política de estado de territorios estratégicos no solo entregaría la posibilidad de sumar actores y recursos para abordar los desafíos de estos territorios en forma más eficiente y pertinente, también entregaría la posibilidad de iniciar un proceso transformativo del estado que podría beneficiar con el tiempo a todo el país.
En estos tiempos donde existen una mayor disponibilidad de financiamiento a proyectos e iniciativas, cuesta ponernos de acuerdo y trabajar en conjunto, debemos recordar el poder de la vida en comunidad para abordar grandes desafíos sin la dependencia limitante de los recursos económicos.
La vida moderna nos ha alejado de estas virtudes, pero sin el fortalecimiento de una sociedad más solidaria y equitativa, la mera eficiencia en el gasto de recursos no bastará para alcanzar nuestras aspiraciones. La experiencia nos muestra que el trabajo comunitario y la participación activa son fundamentales para el desarrollo sostenible de nuestra región.
Es momento de evolucionar de una visión centrada en los recursos naturales a una que reconozca el valor integral del territorio y su gente. Este territorio, que no todos pueden habitar con facilidad, ha demostrado ser generoso con quienes logran integrarse genuinamente a su esencia. Solo así podremos construir un desarrollo pertinente, equitativo y responsable para nuestros territorios, donde el Estado asuma un rol más consciente, activo, cercano y de reconocimiento de nuestras competencias y poder de decisión.
El futuro de nuestra región depende de la capacidad de transformar esta visión en acciones concretas que beneficien a todas las comunidades que la habitan.
"Es momento de evolucionar de una visión centrada en los recursos naturales a una que reconozca el valor integral del territorio y su gente". Justo Zuleta Santander Alcalde de San Pedro de Atacama