Atreverse a cambiar
LA REGIÓN QUE SOÑAMOS. Ricardo Díaz, gobernador regional.
A nuestra región se le ha puesto el nombre de capital mundial de la minería y es un nombre y un relato que a un sector, no menor de la población, no nos convoca.
Si bien es cierto, es innegable el aporte que hace nuestra región al desarrollo del país mediante la exportación de productos mineros, ello no necesariamente ha implicado una mejora en el desarrollo y en la calidad de vida de quienes habitamos en esta región, pues no vemos que el título de capital minera se desarrolle.
¿Cuántas áreas verdes nuevas hemos tenido en estos grandes ciclos mineros? , ¿cuántos centros deportivos y culturales se han desarrollado para que la población de esta región pueda tener mejores condiciones?, ¿cuántos nuevos hospitales, escuelas, con una calidad envidiable, se han desarrollado para que la población quiera vivir, se quiera instalar en esta región?. La respuesta es tajante, no las tenemos. ¿Esto quiere decir que la minería no permite el desarrollo del territorio y que solamente se beneficia a sí misma como industria, olvidándose de quienes viven a su alrededor? La respuesta también es tajante, no.
Si miramos nuestra región, podemos ver que tenemos toda la región conectada y el que existan vías concesionadas, que se han ido desarrollando para permitir unir a nuestros territorios, es gracias a que a través de esas carreteras pasa la riqueza de Chile. El que hoy día seamos la única región que tiene dos líneas férreas que nos conectan con los países vecinos, es gracias al desarrollo de la industria minera, que necesita trasladar sus cargas. Si miramos también la existencia de dos aeropuertos, con posibilidades de cargas internacionales, dos grandes puertos, que en su conjunto logran extraer y exportar la riqueza del país; eso también es un elemento que la minería ha liderado y ha permitido a la vez, el desarrollo de otras actividades.
La instalación de las energías limpias en nuestra región y sus positivos impactos, obedece a la necesidad de las grandes compañías de bajar su huella de carbono. Que el agua que se consume en las grandes urbes de esta región, por lo menos el 80% sea desalada, también se lo debemos a la gran minería que buscó nuevas formas de abastecerse. La región de Antofagasta sin duda tiene conectividad, energía y la posibilidad de acceder a agua como ninguna otra región. Y eso se lo debemos a la minería. Cuando hablamos de los sueños de esta región, no podemos sino hacerlo desde el estado en el cual estamos, con una mirada crítica a la minería, pero también agradeciendo el aporte ya hecho y lo que la minería puede hacer para que podamos desarrollar nuevas vocaciones.
Gracias a la minería, hoy en día podemos hablar de la posibilidad de potenciar el Corredor Bioceánico e instalar la industria de alimentos, accediendo a la soberanía alimenticia y generando nuevas fuentes de trabajo. No es algo menor y vale la pena intentarlo. Ya Puerto Antofagasta viene trabajando de forma pionera, impulsando nuevos proyectos como la Zona de Desarrollo Logístico en el sector La Negra, que ya está en etapa de urbanización y que es uno de los tres proyectos estratégicos contemplados en el Plan Maestro de la entidad. Sus líderes impulsan la importancia de avanzar rápidamente y han conseguido agilizar sus propios planes; como gobierno nos hemos puesto al servicio, para que en conjunto y de forma coordinada, podamos concretar un anhelado sueño para la ciudad y el país.
También gracias a el desarrollo de procesos de desalación de agua y al aumento de tecnologías, que permitirían procesar nuestras aguas, la región de Antofagasta podría ir avanzando y convertirse en una región sustentable que evite contaminar las aguas de mar y que recupere el 100% de las aguas servidas. De esta manera podríamos propiciar el desarrollo de la agricultura en el desierto y generar mayor cantidad de áreas verdes en cada uno de los territorios. De tal manera que entreguemos a la ciudadanía mejores espacios de relajo.
Porque no mirar también el desarrollo tecnológico que la gran minería tiene y que nos permitiría incursionar en nuevas formas de investigación y desarrollo , abriendo otros campos. Cuando hay proyectos mineros en Perú y en el norte de Argentina, acá podríamos desarrollar un gran Instituto tecnológico de la Minería, de tal manera de convertirnos en el centro de capacitación del continente, que permita exportar minería y no sólo minerales.
Pero ese desarrollo de ingeniería también podríamos potenciarlo a través de la ingeniería aeroespacial o del desarrollo de los institutos del litio y de tecnologías limpias, de tal manera que podamos atraer investigadores, atraer nueva ciencia, que nuestras universidades puedan ampliar su potencial para que tengamos otros ámbitos de acción.
Hoy en día hemos levantado la Estrategia Regional Minera para exigirle a la gran industria que se siente con los territorios y se comprometa con el bienestar de esta región.
Queremos que la gran minería nos ayude al desarrollo, que se comprometa con proyectos que vayan a impactar; mayor cantidad de áreas verdes en cada una de las comunas, la creación de nuevos centros de salud familiar, nuevos centros educativos de alta calidad. De tal manera que se hagan atractivas nuestras ciudades, para que terminemos con el círculo vicioso de la conmutación y de esta manera ofrezcamos alternativas de habitabilidad que nunca antes se han visto en la región.
Lo que estamos impulsando desde el Gobierno regional, es que nuestros sueños vayan avanzando y creciendo, no a contrapelo de la minería, sino en conjunto con ella. La región que soñamos no basta solamente con plantearla desde la queja y el reclamo hacia la gran industria, sino que la región que soñamos depende de que la gran industria se siente y trabaje a través de la Estrategia Regional Minera, con los servicios públicos, con las comunidades, con los municipios, para construir y hacer verdad esas demandas que por muchos años todos nosotros hemos querido. Hoy en día estamos más cerca de la región que soñamos.