Cultura sísmica
La educación de la población es fundamental para enfrentar estos fenómenos. Debe hablarse en las familias porque esto no es solo labor estatal. El reciente movimiento nos recuerda que nuestro país es sísmico y esto no debe tomarse a la ligera. Hay que estar preparados.
El sismo o terremoto de 7,3 ocurrido la noche del jueves y registrado a 43 kilómetros al sur de San Pedro de Atacama causó una obvia preocupación en la ciudadanía, pues son varios inquietantes análisis realizados por expertos, los que sostienen la inminencia de un terremoto en el Norte Grande del país.
Sabemos que Chile es un país telúrico. En continua modificación, fundamentalmente por la fricción de las capas de Nazca y Sudamericana.
Ante ello, sólo resta seguir trabajando en la elaboración y práctica de protocolos que permitan enfrentar de la mejor forma, situaciones que en efecto ocurren y seguirán sucediendo.
Aún frescos en la memoria están los tristes hechos ocurridos el 27 de febrero de 2010, cuando un terremoto y tsunami afectó la zona centro sur del país provocando graves estragos en las regiones del Maule y Biobío.
Afortunadamente, el cataclismo de aquella ocasión tuvo su momento crítico a las 3:34 horas de la madrugada. Muy distinta hubiera sido la tragedia en una jornada laboral y con niños en horas de clases.
Muchas lecciones deben sacarse. En materia de restricciones y obligaciones para la actividad de la construcción, orden público, autonomía de las autoridades, respuesta de centros de salud, funciones policiales, de las oficinas de Emergencia, comunicaciones, entre otros.
Asimismo, la educación de la población es fundamental para enfrentar estos fenómenos. Debe quedar claro qué hay que hacer en estas situaciones, qué sectores son seguros y qué recomendaciones deben tenerse en cuenta de manera clara.
El rol del Estado es capital para tales efectos. Equipos profesionales, comprometidos y conscientes de su labor pueden entregar calma a una población que en masa actúa de las formas más inesperadas.