La reciente entrega de 4,8 hectáreas de terreno por parte de Codelco al Gobierno Regional para la ejecución de proyectos sociales representa un hito significativo para la comunidad de Antofagasta. Este convenio de traspaso, que abarca el sector de "las ex Petroleras", entre las calles Ovalle, Avenida Mejillones y Avenida Iquique, promete transformar una zona baldía en un espacio vibrante y útil para los habitantes de la ciudad.

El gobernador regional, Ricardo Díaz, destacó la importancia de este convenio, subrayando el potencial del terreno para convertirse en áreas verdes, edificios de servicios públicos, viviendas y espacios recreativos para niños. Es esencial que las autoridades locales prioricen proyectos que no solo embellezcan la ciudad, sino que también mejoren la calidad de vida de sus residentes.

Máximo Pacheco, presidente del directorio de Codelco, reafirmó el compromiso de la empresa estatal con la comunidad de Antofagasta. La remediación del suelo es un paso crucial en este proceso, garantizando que el terreno esté en condiciones óptimas para futuros desarrollos.

No es por cómo nos vemos, es por nuestro bienestar. Un peso corporal adecuado ayuda a cuidar nuestros órganos, especialmente el corazón, favoreciendo que vivamos más tiempo y en mejores condiciones. Un compromiso loable, con nosotros mismos.

La participación ciudadana es otro aspecto fundamental de este proyecto. La encuesta de participación ciudadana que Codelco llevará a cabo permitirá a los residentes expresar sus deseos y necesidades, asegurando que los proyectos futuros reflejen verdaderamente las aspiraciones de la comunidad.

Este caso es esperanzador respecto a lo que la misma estatal puede hacer en Calama, ciudad que requiere también un aporte decisivo de la minera.

Una de las series más recordadas de los inicios de la televisión nacional se llamaba "Sombras Tenebrosas", traducción de la expresión inglesa "Dark Shadows". A diferencia de la versión cómica de 2012, protagonizada por Michelle Pfeiffer y Johnny Depp, la versión original trataba de un drama sobrenatural ambientado en la misteriosa ciudad de Collinsport. Toda la trama se desarrollaba en un entorno siempre sombrío, lo que añadía oscuridad, soledad, miedo e incluso terror al drama. Existe algo natural en los seres humanos que nos induce a buscar la luz y evitar la oscuridad. Probablemente, pasajes oscuros de la historia humana se han desarrollado bajo sombras y penumbras, recuerdos que nuestro sistema límbico o cerebro reptiliano, la parte más primitiva de nuestro cerebro, mantiene registrados como malos recuerdos. Podemos decir, en castellano castizo, que los humanos tenemos aversión a la oscuridad o las sombras. Desde la antigüedad hemos evitado la oscuridad, ya que nuestros sentidos no están preparados para actuar en contextos oscuros y, por tanto, nos sentimos indefensos e inseguros.

Resulta totalmente atendible la información proporcionada hace unos días por este mismo medio, en la cual algunos vecinos de la ciudad denunciaban su preocupación por la escasa y deficiente iluminación nocturna en vastos sectores, lo que conlleva una sensación de inseguridad. También, en una columna anterior, ya nos referimos a la clásica fotografía satelital nocturna de las dos Coreas, donde Corea del Norte se observa en sombras y, por el contrario, Corea del Sur con amplias áreas iluminadas e industrializadas. Esto constituía una prueba irrefutable de los resultados obtenidos a partir de los diversos caminos de desarrollo elegidos por una u otra Corea.

Extrañamente, y de manera similar a lo ocurrido en el pasado con la norma sobre arsénico en el agua potable, se ha dictado una normativa especial aplicable solo a ciertas comunas del país, incluidas algunas de nuestra región, destinada a regular la denominada "contaminación lumínica". Esta normativa explícitamente hace referencia a la "protección" de los "cielos nocturnos" para las "observaciones astronómicas". En definitiva, la normativa impone restricciones al alumbrado urbano y rural, tanto en sus variables industrial, peatonal o vehicular, y se aplica tanto a luminarias nuevas como a las ya existentes. Relacionado con lo anterior, hace pocas semanas también se publicó el denominado mapa lumínico de la ciudad y que daría cuenta de tal "contaminación", omitiendo toda referencia a las amplias áreas de la ciudad que presentan deficiente iluminación.

Hasta ahora, ha existido una manifiesta falta de información y comunicación sobre esta nueva normativa y sus alcances a la comunidad local. Pero lo más relevante, es que aquella afecta o limita la implementación de más y mejores redes lumínicas en la ciudad y, con ello, mejoras en seguridad que la comunidad demanda.

Abordar esta problemática no debe derivar en un conflicto irreductible entre la seguridad del territorio y el desarrollo de la actividad astronómica, sino que esta última, a través de sus agentes, debe hacerse cargo y contribuir a resolver o mitigar las externalidades negativas de sus operaciones, que afectan el desarrollo lumínico de la región y, con ello, su seguridad.

No se debe repetir la experiencia del arsénico en nuestra región, cuyos efectos son ampliamente conocidos por todos los vecinos e históricamente ignorados por el gobierno central.