Nosotros, los de entonces, los de siempre
César Trabucco , Sociólogo
Las ciudades son un entramado extraordinariamente complejo de instalaciones, pero también de emociones y acciones. Nuestras vidas transcurren, parte fundamental de ella, en estos lugares que colectivamente hemos construido como el espacio material y afectivo donde nuestros proyectos vitales se despliegan.
La ciudad es el circuito social donde nuestros sueños y dolores encuentran su cauce. Entre estas calles que se entrelazan, estas olas que dibujan nuestra costa y cerros que definen nuestros limites, ocurre nuestro cotidiano ser, lo que llamamos nuestras vidas.
Lo que ocurre en esta ciudad es de la mayor trascendencia para cada uno de nosotros y no somos ajenos a cada uno de los avatares que esta trae consigo. Una acción u omisión que altera, su natural fluir impacta nuestra existencia haciéndola mejor o peor pero no indiferente. Somos de manera importante parte de lo que en ella ocurre minuto minuto.
En consecuencia ¿cómo definiríamos entonces la ciudad que queremos y nos merecemos?, ¿cómo la soñamos? Sin lugar a dudas todos y cada uno de nosotros tiene un Antofagasta ideal como proyecto y sería muy difícil llegar a definir esa única ciudad ideal. Pero si podemos llegar a fijar un estándar mínimo de cuestiones a resolver para asumir que tenemos en el mediano plazo un proyecto de ciudad consensuado que construir.
La salud, la educación y la seguridad son variables fundamentales que deben alcanzar un nivel de respuesta que satisfaga las necesidades evidentes en esas áreas y que son, además, fáciles de cuantificar como para definir metas consensuadas. Eso en el plano básico, para luego ir tras niveles más sofisticados que den cuenta de una ciudad que se quiere a sí misma y se autoexige altos estándares, al nivel de los que posee cuando produce para las arcas nacionales.
Pensarnos en el mediano plazo en el contexto de una minería que vive con su espada de Damocles, son materias primas no renovables, y que exigen por tanto capacidad de reinventarnos las veces que sea necesario para continuar siendo viables como la ciudad puerto que siempre hemos sido, aunque insistan, con la complicidad de algunos de nosotros, en tratarnos solo como dormitorio y estacionamiento a piacere de labores que nacen con fecha de termino
En este contexto, varios candidatos al curul edilicio han manifestado su interés en involucrarse en una tarea de este orden, a otros ni siquiera les interesa pues entienden que ser alcalde es parte de un reality que solo a ellos concierne.
Estos últimos, y muy largos, años de desidia alcaldicia han golpeado severamente nuestra ciudad y esto, finalmente, ha servido para que haya consenso en exigir, ahora, más capacidad de gestión, voluntad de involucrarse, y pasión por lo nuestro. Antofagasta y nosotros los antofagastinos lo merecemos.