El buen arranque de la economía chilena en 2024 tiene nombre propio: el alza en el precio del cobre. El camino del metal rojo hacia los USD 5 /Lb ha llevado a muchos a sostener que lo que avizoramos es un nuevo "súper ciclo" y que se mantendrá en el largo plazo. Aunque creo que es muy pronto para pronosticarlo, desde luego es una gran noticia el aumento del cobre, por su positiva correlación con la actividad económica.
Sin embargo, no es mi interés discutir si el "súper ciclo" llegó o no aún. Lo que creo conveniente es plantear ahora una mirada de largo plazo: cómo evitamos que un boom de nuestros comodities estrellas -el cobre y el litio- termine minando nuestra economía. Parece paradójico, pero es lo que ya vivieron varias economías con la llamada "enfermedad holandesa".
El síndrome holandés es el fenómeno por el cual una economía, que es afectada positivamente por la explotación de algún recurso natural, termina enfrentando una apreciación cambiaria, convirtiéndose casi en monoproductora del commodity. Ocurrió en Holanda con el hallazgo de gas natual del Mar del Norte, a mediados del siglo pasado, y podría afectar a Dinamarca, pero por una razón "más de siglo XXI": allí se encuentra la décima empresa más valiosa del mundo, Novo Nordisk. Ese país tiene el riesgo de que la sobreinversión en alta tecnología e interés mundial que concentra la empresa biotecnológica termine haciendo a la economía danesa dependiente de ella con una gran apreciación de su moneda. Sólo un dato: el patrimonio bursátil de Novo Nordisk ya es mayor que el PIB del país, lo que hace recordar otro caso parecido: Nokia y su tierra natal, Finlandia.
¿Cuál es el riesgo para Chile? Tenemos tres de las mayores palancas de valor del futuro: cobre, litio y fuentes baratas de generación de energía. Estas tres industrias concentrarán las inversiones en el futuro y, si no somos precavidos, nos enfrentarán al riesgo de un síndrome holandés: la inversión en explotación de nuestros commodities apreciará el tipo de cambio y la producción de hidrógeno verde chileno atraerá la atención de múltiples "círculos concéntricos" de inversión y desarrollo en torno a su figura.
¿La forma de evitarlo? Nada nuevo: aumentar la productividad en los demás sectores. Sin emabrgo, según datos de la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad, la productividad total de factores de la economía chilena en cada quinquenio desde 2006 a la fecha ha sido prácticamente cero, y en el período 2021-2023 cayó entre 1% y 1,5%. Y adivine qué con "súper ciclos" del cobre, incluidos.
No nos perdamos en el sueño del "súper ciclo", y dejemos de lado la discusión de Estado v/s privados. Preocupémonos de lo importante.