La casa grande
César Trabucco , Sociólogo
Es ya un clásico en política disparar contra las autoridades y hacerlas responsables hasta de los ciclones que se vienen a dar vueltas por estas latitudes de vez en cuando. Y es que hay un deporte especializado en denostar al de turno y encontrarle feo el gato. ¿La pregunta es como llegan estas personas a los lugares de responsabilidad a lucir sus mascotas o hacernos llorar con historias de cebollas?
Somos nosotros los ciudadanos los que por acción o omisión permitimos que esto suceda. Cansados históricamente de la política como consecuencia de sus inoperancias y de un discurso eterno contra ella, los ciudadanos se alejan desilusionados cada vez mas de sus quehaceres y permitimos que las elecciones, a cualquiera que sea el cargo, se transformen en carreras de ego que solo satisfacen a los involucrados y frustra sistemáticamente a una población que ve que nada cambia.
El tornar obligatorio el voto justamente busca involucrar forzosamente a los ciudadanos a hacerse responsable de estas decisiones y no dejar el espacio libre a cuanto iluminado circula por nuestras calles. Para optimizar este proceso se generan además elecciones primarias, de voto voluntario que lo que buscan es el mejor de ellos, el" primus inter pares" de su sector en un intento por garantizar que un bloque de ciudadanos se responsabiliza de llevar un candidato a esta posición.
Hoy tenemos la oportunidad de incidir en el proceso de elegir quien queremos sea el candidato de los sectores progresistas para el cargo de alcalde y entonces el llamado es a participar en el proceso, no señalo por cual candidato, por supuesto, pero lo invito a hacernos responsables de quien manejara los asuntos de esta, nuestra casa grande.
Antofagasta tiene en su horizonte inmediato una posibilidad histórica de dar un gran salto adelante y ponerse a la altura que le corresponde, acompañado de un nuevo ciclo de positivo precio del cobre, de la explotación del litio, y de las energías renovables que comienzan a transformar significativamente nuestro entorno. Esta oportunidad demanda una autoridad que este en condiciones de entender la circunstancia histórica y actuar en consecuencia.
Esta vez quizá, ya no basta con un jardín por acá y unos camarines por allá, no basta al parecer con un festival, de cualquier color, en el verano. Estamos hoy en condiciones de dar un impulso definitivo a la ciudad para no ser pensada solo como dormitorio de la minería y lugar de paso para San Pedro.
Antofagasta, nuestra casa grande, merece y espera de nosotros un nivel de compromiso para ser nuevamente la perla del norte, pero esta vez instalando condiciones estructurales que permitan un sueño de largo aliento. Levántese y concurra lo necesitamos.