Hace algún tiempo, en este medio de comunicación, expuse el concepto de "Política Líquida" para referirme a la política básica: de la selfie, los videos, etc. En cierta medida, dicho concepto también engloba la idea del egocentrismo; pero con el que se propone en esta columna, se desarrolla con ejemplos más concretos y jocosos.
Puede entenderse el narcisismo político como todas aquellas acciones y "pensamientos" ejercidos por personas que con facilidad son consideradas como referentes de opinión - aunque en un ámbito muy limitado - por el sólo hecho de emitir opiniones o análisis básicos (pero para algunos, de tremendo rigor) completamente sesgados y carentes de un esfuerzo cognitivo mayor. En resumen, "opinólogos". No obstante, sabemos que "en el país de los ciegos, el tuerto es rey"; por ende, el narcisismo político implica a un grupo de seguidores, con poco o nulo análisis crítico.
Estos análisis, acciones y pensamientos, tienen su puesta en escena especialmente en época electoral, donde aquellos "referentes" personifican la política mediocre. Prosiguiendo con esta idea - y a modo de ejemplo - es iluso que cualquier candidato - y sus seguidores- se den por ganadores de una elección por el sólo hecho de haber triunfado en una encuesta ejecutada por cualquier medio de comunicación o portal web, en donde sabemos que la tónica es "telefonear" a los amigos, votar desde distintos celulares, computadores, etc, para provocar el autoengaño y la falsa ilusión del triunfo. Pasa a ser tragicómico. Es casi de perogrullo afirmar que la verdadera encuesta es la del día de la elección; que ésta se gana haciendo campaña en terreno; y que las únicas encuestas creíbles son las que se rigen por principios científicos mínimos en el área de investigación. Algo tan básico como una muestra representativa; considerar margen de error e incluso, pilotaje del instrumento de medición, si fuese el caso. Pues bien, esta falsa ilusión de triunfo, es parte del narcisismo político y la política circense. Ahora bien, no podemos desconocer cualidades personales y trayectorias que, sin duda, pueden ser un valor agregado al momento de posicionar a una figura política en una elección.
La comunidad aguarda - acaso con esperanza- las propuestas programáticas a los distintos cargos de elección popular para la elección de Octubre de 2024. Como se señaló, las cualidades personales son un complemento a lo anterior; pero cuando se exaltan como único componente, al margen de las trayectorias, estamos frente al narcisismo y la política líquida. Esto aplica tanto para la elección de Gobernador Regional como de Alcalde en los distintos sectores políticos. Por cierto, sería interesante escuchar un debate serio entre los distintos precandidatos (o candidatos) a gobernador regional y alcalde respecto a la visión que poseen de la Región y Comuna de Antofagasta , que como dijera Salvador Reyes es "unos de los puntos del globo donde se pueden escuchar las más bellas historias. Y donde también los que son capaces, pueden vivirlas" (Sabella, 1978).
La expectativa de la comunidad es conocer las distintas propuestas de los candidatos; no una guerra de egos, en donde el tiempo finalmente se concentra en denostar a otros candidatos, muchas veces por un afán antojadizo y sin pruebas fehacientes, apareciendo la politiquería y el cominillo barato, que degradan el arte de gobernar. En resumen, "los iluminados" y "opinólogos" son los que dañan la política local, fortaleciéndose la política circense.
Los partidos políticos locales y los independientes tienen un tremendo desafío en aunar voluntades, escuchar los distintos puntos de vista y tomar las mejores decisiones programáticas. En dicha discusión, todos son relevantes; y debe enfocarse en la Antofagasta que soñamos a corto, mediano y largo plazo.