Aquellos interesados que desean visitar el museo del poeta Andrés Sabella en Antofagasta, se encuentran con una puerta cerrada y casi sin información en la Casa de la Cultura que permita orientar sobre la situación en ciernes.

El hecho se origina en una disputa administrativa entre la Corporación Andrés Sabella, encargada del resguardo patrimonial de los bienes del poeta, y la dirección de Cultura de la Municipalidad de Antofagasta, entidad encargada de la administración de inmuebles públicos orientados a la difusión de la actividad artística en la comuna.

En principio, la ausencia de documentación que respalde el uso y administración del inmueble sería el origen del enfrentamiento entre ambas instituciones. Los directivos de la corporación, en cambio, sostienen que existiría un "derecho adquirido" del inmueble, por la larga data de uso del sector, el que se remitiría a los tiempos del exalcalde Pedro Araya.

Llama la atención la celeridad que exhibe la autoridad comunal con los representantes de una de las corporaciones culturales que aboga por la difusión patrimonial de la obra de quien, sin duda, es el artista antofagastino más relevante del siglo XX. La obra y legado del poeta no solo merece un lugar destacado en uno de los principales edificios patrimoniales públicos de la ciudad, sino además, requiere de un apoyo permanente que permita a futuras generaciones dimensionar el rol del poeta en las actividad cultural de la segunda mitad de siglo en Chile.

El rescate patrimonial y de la memoria antofagastina es precisamente una de las tareas que se suelen relevar a la hora de mejorar la calidad de vida en la ciudad. Sería importante, entonces, que los mismos esfuerzos del gobierno comunal para regularizar el uso del inmueble, fueran puestos en ayudar a construir un plan de rescate y valorización de la obra de uno de los autores fundamentales del Norte Grande.

Hace 212 años se escribió el primer periódico Aurora de Chile. Poco más de un año de impresión bastó para que a partir de esa fecha se instaura el Día Nacional de la Prensa, celebrado recientemente. De su motivación como instrumento necesario para difundir los ideales patrióticos y lograr la independencia, poco o nada queda. Las causas que despiertan a las audiencias actuales son múltiples, dinámicas y enormemente líquidas.

Los tirajes de la prensa tradicional van a la baja. El consumo de medios cambió y solo demanda actualización a los periodistas. Es reinventarse o morir. El público de distintas edades hoy se informa principalmente por plataformas de redes sociales, lideradas por WhatsApp por sobre la televisión abierta. Por Instagram más que por la televisión pagada. Y por Facebook antes que por radios. En último lugar por diarios gratuitos y portales, de acuerdo a la encuesta Cadem enero 2024.

Entonces si bien nos cabe destacar el rol de las y los profesionales de las comunicaciones, nos urge visualizar los desafíos que hoy existen a la hora de informar, con los nuevos ritmos que imperan.

La irrupción de las herramientas de Inteligencia Artificial nos ha hecho replantear los desafíos éticos y oportunidades de la información. Porque más allá de la rapidez, instantaneidad y las nuevas tecnologías disponibles que parecieran reformularlo todo y hacer a los profesionales más prescindibles, es cuando ellos más valor cobran, por el criterio periodístico que imprimen a los contenidos. No en vano, en el mismo estudio las radios y diarios, tanto nacionales, online y regionales, siguen teniendo la mayor confianza.

Basta ver cómo en estas semanas -invadidos por las tragedias- se hace más necesario construir información de calidad, combatir las noticias falsas y la desinformación. Estamos llamados a contribuir a la creación de una agenda que tenga en cuenta que la prensa es el pilar fundamental de las democracias.

Nuestro esfuerzo como asociación está en poder entregar herramientas a las periodistas de la prensa que les permitan capacitarse en las temáticas que mueven el periodismo actual, aportar a políticas públicas para velar por su seguridad y trabajar en una agenda 2030 con los gremios de prensa, donde el derecho a la información y democratización de las comunicaciones sea el eje que nos una. Hoy buscamos una nueva "Aurora" para Chile, tal como dice su definición: "una luz sonrosada que precede inmediatamente a la salida del sol".

La tierra simplemente está ardiendo, y no sólo estamos atravesando la era del calentamiento global, sino que entrando a la "ebullición mundial", dos etapas de un mismo fenómeno que amenaza la vida en el planeta. La primera, es el aumento de la temperatura de la atmósfera y los océanos, causado principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero. La segunda se refiere al punto crítico en el que el calentamiento se vuelve irreversible y desencadena cambios catastróficos en el clima, los ecosistemas y la biodiversidad. Científicos ya han confirmado una y otra vez que ambos procesos son consecuencia de la actividad humana, provocados por el uso de combustibles fósiles, la deforestación, la agricultura intensiva y la ganadería.

António Guterres, secretario general de la ONU, quien estuvo hace poco en Chile, ha afirmado que la era del calentamiento global terminó para dar paso al período de ebullición mundial. "El cambio climático está aquí. Es aterrador", advirtió. Claro, porque los efectos del calentamiento y ebullición global son evidentes y alarmantes: el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos, el derretimiento de los glaciares, la pérdida de hábitats, la extinción de especies, la propagación de enfermedades, las extensas sequías, las inundaciones en lugares insospechados, los incendios forestales dantescos, las profundas hambrunas y los interminables conflictos, son sólo algunas de las situaciones que se han vuelto parte de una nueva "normalidad".

De hecho, el Servicio de Cambio Climático Copernicus y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) han confirmado que se han reportado las temperaturas promedio globales más altas desde que se tiene registro.

Frente a esta grave situación, es urgente tomar medidas para reducir las emisiones de CO2 y evitar que sea irreversible. Para ello, se requiere un cambio drástico en el modelo de desarrollo, basado en la transición energética hacia fuentes renovables, la eficiencia y el ahorro de la energía y del agua, la protección de los bosques y los suelos, la promoción de una agricultura ecológica y una alimentación sostenible, sin perder el enfoque en la educación ambiental y la cooperación internacional. Chile, en ese sentido está bien encaminado, pero somos un grano de arena en la playa. Nuestro país es altamente vulnerable a los efectos del cambio climático y, en esta línea, la era de ebullición impone nuevos desafíos. Vivimos incendios forestales, una crisis hídrica preocupante, hemos sido testigos de tornados en lugares impensados y la desertificación avanza sin piedad, afectando toda la cadena de suministros donde peligra la productividad, y las consecuencias económicas son alarmantes. Combatir el cambio climático y cumplir los compromisos ambientales internacionales implica invertir en América Latina y el Caribe entre el 7% y el 19% del PIB anual.

No podemos seguir ignorando o negando la realidad; el calentamiento y ebullición global son reales y nos afectan a todos. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos, consumidores, productores y gobernantes, actuar con sentido de urgencia para preservar el planeta que habitamos y resguardarlo para las futuras generaciones.