Cada día parece ir en aumento la triste y dura soledad. A medida que los años avanzan se ve a simple vista el aumento de adultos mayores, realidad que debería resultar alentadora, ya que representa un aumento en la expectativa de vida de los seres humanos. No obstante, esta cifra de longevidad trae acompañado el triste "fantasma" de la dura soledad, basta hacer una visita a los Hogares de Adultos Mayores y quienes están a cargo de éstos, en más de una ocasión entregan el testimonio de la vida de ellos, quienes son llevados a esos lugares de acogida y ya no vuelven a recibir visita alguna de sus más cercanos. Esta situación no es sólo una realidad en nuestro país, si no en varios sitios del mundo. Existiendo si, realidades muy distintas.
La soledad, en un mundo con cada día, más comodidades es una cruda realidad, en donde el humanismo está desafortunadamente cada vez más ausente. Incluso la tecnología, que nos acerca cada vez más digitalmente, nos separa profundamente en lo físico.
La postura optimista es que deberíamos hacer el mundo cada día más amigable, por el contrario, la convivencia diaria nos muestra un mundo más hostil e impersonal. Cada uno de nosotros defendemos tan sólo nuestro metro cuadrado y punto. La conducta humana, post - pandemia, qué en un principio, auguraba un reencuentro solidario y acogedor, tuvo un vuelco inexplicable, las muestras de agresividad y hostilidad se ven a diario en aumento. Los expertos en la materia del comportamiento humano, nos indican lo dañada que se encuentra la salud mental de todos, en cierto grado.
El hombre es un ser gregario, nadie puede vivir en soledad y desarrollarse como tal sin la compañía de sus pares. Declarar que la existencia en soledad es beneficiosa, es un absurdo.
No se puede atribuir que debido al vertiginoso mundo en que vivimos, la soledad social es un imperativo resultante de este fenómeno. Por el contrario, la dureza de esta competitiva sociedad nos debiera acercar más a nuestras familias y amigos, debiera ser por el contrario una razón más fuerte para acercarnos como seres humanos.
La soledad impuesta o increíblemente auto - impuesta, termina por generar en cualquier persona, un malestar existencial conocido por la manifestación de la dura depresión.
Aprovechemos aún la época estival y de vacaciones para estrechar cada día la cercanía con nuestros seres más cercanos y con todos aquellos que viven la triste realidad de este duro flagelo social.
Aunque parezca una exageración, la implacable soledad parece ser una característica propia de los seres humanos, reitero es una condición realmente triste y que va en aumento. Debemos ser capaces de mirar a nuestro alrededor y si observamos un caso de soledad "patológica", colaborar y mitigar ese dolor silencioso que termina en ocasiones, por derrumbar a las personas.
Estoy seguro que si contribuimos a mitigar la inhumana soledad de muchas personas que la padecen, nos estamos ayudando a nosotros mismos, estamos sin darnos cuenta, dando a nuestras propias vidas, un sentido adicional a la existencia humana.
"El hombre es una multitud solitaria de gente, que busca la presencia física de los demás para imaginarse que todos estamos juntos…".