"El 11 de septiembre de 1973 es una fecha trágica para la sociedad en su conjunto"
Carmen Hertz Cádiz es abogada, militante del Partido Comunista (PC) y actualmente es primera vicepresidenta de la Cámara de Diputados. Durante años ha sido conocida por su incansable compromiso en la defensa de los derechos humanos y su valiente lucha contra la impunidad de los crímenes cometidos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Entre ellos, está el de su exesposo, Carlos Berger- abogado y periodista quien, hasta el 11 de septiembre de 1973 era director de la Radio El Loa y jefe de Relaciones Públicas en Chuquicamata y que fue detenido el mismo 11 y posteriormente, en octubre de ese mismo año, fue asesinado durante el paso de la denominada Caravana de la Muerte.
¿A cincuenta años del Golpe Militar, cuáles son sus reflexiones?
-El golpe de Estado fue un crimen, un crimen y una felonía que dio inicio al terrorismo de Estado que asoló nuestro país durante 17 años. En la región de Calama fueron, y no es posible olvidar jamás, masacrados el día 19 de octubre, 26 presos políticos, todos ellos o dirigentes sindicales o funcionarios de responsabilidad del gobierno que fueron masacrados por la comitiva que dirigió (Sergio) Arellano Stark, como delegado especial de Pinochet.
Y digo masacrados porque nuestros familiares no tuvieron ni siquiera el privilegio de ser fusilados, porque fueron asesinados a pausas con corvos, con disparos en distintas partes del cuerpo. Cuestión que lo señaló con mucha claridad el entonces general a cargo de la división de Antofagasta, que le correspondía también la zona de Calama, el general Joaquín Lagos Osorio.
A su juicio, ¿cómo califica el 11 de septiembre de 1973?
-Yo diría que es una fecha trágica para la sociedad en su conjunto. Derrocar un gobierno democrático, bombardear el palacio presidencial, la muerte del presidente (Salvador) Allende, la captura, el secuestro de todos sus asesores presidenciales y escoltas que salen por Morandé 80 ya rendidos y los asesinan 24 horas después por una comitiva que encabezaba, entre otros, por Pedro Espinosa, que también formó parte de la llamada Caravana de la Muerte.
¿Cómo recuerda usted ese 11 de septiembre, fue de mucha incertidumbre, miedo, sobre todo por su esposo?
-Sí. Él no obedeció la orden militar del jefe del Regimiento de Calama de suspender las transmisiones radiales. Le pidió a la gente que trabajaba en la radio que abandonara la radio. Se quedó él solo en la radio y salió a la calle con un cable largo a transmitir lo que la CUT había señalado, porque ya las transmisiones con Santiago estaban cortadas, por supuesto. Y Carlos transmitió el mensaje, que se llamó de la Central Única de Trabajadores, que fue básicamente llamar a los trabajadores a permanecer en sus puestos de trabajo.
Ese mismo día él fue detenido, llevado al regimiento de Calama. Después fue una cosa muy extraña, fue liberado en horas casi de la tarde, cuando ya había toque de queda a esa hora. Carlos regresó a la casa, lo trajeron a la casa de huéspedes, que es donde nosotros estábamos, nosotros estábamos una casa de huéspedes. Y en la misma madrugada, digamos, la noche avanzada, ese día, la casa fue allanada y Carlos nuevamente detenido, llevado en esta ocasión a la cárcel pública, sabemos que se organizaron consejos de guerra en Chuquicamata, que fueron una farsa, obviamente, de juicio, imputándole a los funcionarios de responsabilidad y dirigentes sindicales delitos que jamás habían estado tipificados por el solo hecho de pertenecer a la Unidad Popular, como traición a la Patria y otras barbaridades.
Carlos fue condenado a 60 días. Yo lo representé junto con otro abogado en el Consejo de Guerra y mientras se mostraba cumpliendo su pena, ya le faltaban muy pocos días para salir en libertad, llegó a la comitiva y Arellano Star fue quien seleccionó a los presos políticos que había que masacrar y entre ellos estaba Carlos.
El paso de la Caravana de la Muerte por Calama no sólo afectó a usted, sino a muchas familias, mujeres que hasta hoy buscan saber la verdad y tener justicia
-Bueno, las mujeres de Calama han sido extraordinarias, son realmente un icono, porque ellas comenzaron una búsqueda de los restos, porque hay que recordar que no fueron entregados los restos, sino que después, mucho tiempo después, supimos que habían sido lanzados a una fosa que era clandestina, cerca del lugar donde fueron asesinados en Topáter, y las mujeres de Calama buscaron con sus medios todos los días en el desierto, todos los días, hasta que se acercaron realmente por medio de un testigo a la fosa clandestina.
Y eso determinó que eso, porque eso fue lo primero, digamos que hubo de poder llegar a una fosa clandestina con restos de personas asesinadas. Eso más Lonquén que viene después es lo que determinó que Pinochet ordenara a todas las unidades militares del país que sacaran los cuerpos de la fosa clandestina y los lanzaran al mar. Pero las mujeres de Calama cumplieron un papel, como digo, icónico, tanto así que hay una famosa canción que Víctor Manuel les dedicó que se llama Mujer de Calama.
¿Tras estos 50 años, cree que hay reparación, que hay justicia?
-Bueno, en primer lugar, la memoria colectiva de un pueblo que ha sufrido la opresión y prácticas del extermino, como fue nuestro, se construye sobre dos pilares fundamentales, la verdad y la justicia.
La verdad debe ser una verdad colectiva, lo que no ha ocurrido en Chile, porque la verdad que está en los informes de las Comisiones Nacionales y en las cientos de resoluciones judiciales, es una verdad a la cual solo tienen acceso los expertos o algunas personas. Nunca ha sido difundida esa verdad a nivel colectivo. Eso es una gran deuda que tiene el Estado de Chile, está obligado a hacerlo y sin embargo no lo ha hecho.
Y el otro pilar en que se construye la memoria colectiva es la justicia y la justicia, por cierto, ha sido, todos sabemos, extremadamente tardía, por decirlo. Y cuando es tan, tan tardía, casi es de negación de justicia. Piensa tú que en el caso de los crímenes de Calama, la resolución definitiva de la Corte Suprema salió recién el año pasado a fines de año. O sea, era casi 50 años después de cometido los crímenes.
¿Qué le parece que, según algunas encuestas, haya un gran número de chilenos que no les interesa o desconocen el golpe militar de 1973?
-Eso es por la demora de la justicia. Entonces, al tener tú una verdad que no es colectiva, una justicia bastante tardía, la memoria, por lo tanto, es una memoria deficitaria, porque las políticas públicas que han habido son deficitarias y por eso hay tanta ignorancia.
¿Y el denominado negacionismo a las violaciones a los derechos humanos, de parte de algunos sectores políticos?
-Es muy grave, porque el negacionismo no es solo una opinión. Es un negacionismo respecto al golpe de Estado, que la derecha no ha sido capaz de condenarlo, y una relativización o negación directamente de los crímenes. Pero como te digo, no es solo una opinión, eso significa posicionarse en forma activa al lado de los perpetradores y avalar con eso a que el crimen sea un instrumento regulador de los conflictos políticos y sociales, o sea, validarlo como instrumento regulador al crimen. Eso es el peligro que entraña estas posiciones políticas.
"Las mujeres de Calama han sido extraordinarias, son realmente un icono, porque ellas comenzaron una búsqueda de los restos porque hay que recordar que no fueron entregados los restos, sino que mucho tiempo después".