Amigos destacaron el enorme legado de Ketty Farandato
La poetisa local Ketty Farandato falleció este fin de semana en la ciudad de Santiago debido a una enfermedad que la acompañó los últimos meses. La autora también desempeñó el cargo de cónsul de Grecia en Antofagasta, siendo descendiente de inmigrantes griegos dedicados al mercado ganadero.
Su historia comienza con la llegada de sus padres a la ciudad de Antofagasta desde la isla de Cefalonia, siendo parte de la primera tanda de inmigrantes de Grecia que se establecieron en Chile, específicamente en tierras antofagastinas debido a las características similares con las tierras griegas.
Trayectoria
Farandato nació en Antofagasta donde se crió bajo las costumbres de sus antepasados, lo que le permitió destacarse entre las diversas familias pertenecientes a la colonia griega de la ciudad, la que destaca por patriotismo, ante todo.
Durante su adultez, Ketty se desempeñó como docente de la Universidad Católica del Norte en el departamento de inglés. Una de sus principales pasiones era la escritura, especialmente sus poemas, algunos de ellos fueron publicados en la antigua revista Imágenes de Océano a cargo de la periodista Alejandra Zarhi.
Amante de la literatura, columnista de el Diario El Mercurio de Antofagasta. Políglota. Manejaba a la perfección el griego, inglés, francés y alemán. Fundadora del Instituto Chileno-Helénico de Cultura, y fiel representante de las tradiciones helénicas en la ciudad, fiel participe de la Sociedad Helénica Antofagasta.
Fue secretaria del Consulado de Grecia en Chile en el año 1957 y en el año 1986, fue nombrada vice cónsul honorario de Grecia en Chile. En el año 2002 pasa a tomar el cargo de Cónsul Honorario de Grecia en Chile con más de 50 años de servicio diplomático, fue condecorada con el más alto galardón entregado a los griegos en el extranjero "La Cruz de Oro de Finikos".
Su labor como cónsul de Grecia en Antofagasta y su historia de vida le valió la obtención del máximo reconocimiento de la ciudad el Ancla de Oro en 1995 por la administración del entonces alcalde Pedro Araya Ortiz.
Reconocimiento
"Me alegra mucho que se haya reconocido con el Ancla de Oro en vida, ella fue un icono cultural para la colonia griega de la ciudad aportó bastante desde la poesía y su quehacer, como también lo fueron sus antepasados. Su casa era un museo viviente, prácticamente." expresa Heleny Méndiz, académica Universidad Católica del Norte y miembro de la comunidad griega de Antofagasta.
"Ella se mudó a Santiago hace unos años atrás, pero su legado quedó en Antofagasta, la gente recuerda lo que hizo Ketty Farandato. Ella era muy llana de hacer cosas y aportar dentro de la ciudad, lamento mucho su partida"
La casa mencionada por la docente es la reconocida casa Farandato Politis, ubicada en José Miguel Carrera frente al Parque Brasil de la ciudad.
En la actualidad, el inmueble funciona como un espacio comercial y centro oftalmológico, pero años atrás era la casona de la familia de Ketty donde se encontraba una gran parte de la historia de la familia griega.
"Su presencia y estampa era toda una novedad para la época, lo que solía combinar con su pluma versada y generosa que contaba el acontecer de la ciudad y que llevaba asimismo con firmeza su opinión a las tertulias poéticas y a la discusión académica" relata Rubén Gómez Quezada, periodista y escritor antofagastino.
Gómez Quezada recuerda a Ketty Farandatos como "una vecina querida y respetada". Gómez relata que la poetisa lo motivó a realizar sobre su experiencia como periodista en Estados Unidos, motivando a los cientos de alumnos que asistían a viajar y conocer el mundo fuera de Antofagasta.
"Durante muchos años, sus artículos aparecieron en El Mercurio de Antofagasta donde abordaba temas de actualidad cultural, donde se explayaba en autores locales y también en otros universales" comenta el escritor local sobre el paso de Farandatos en el medio.
El periodista comparte que la última vez que se encontró con Ketty fue hace una década en Santiago, "se mostró feliz de encontrar una cara conocida. Echaba de menos a Antofagasta -me confesó- y le faltaban los amigos, el norte y la ciudad que la había hecho una de sus hijas entrañables al otorgarle el Ancla de Oro en 1995".