Capellán de La Moneda
La prensa informó que se abrió una investigación canónica en contra del capellán del Palacio de La Moneda, sacerdote Nicolás Viel. Más allá del tema de fondo, que por cierto deberá seguir su carácter administrativo o judicial, en el mérito de una denuncia que no precisa el delito por el que se le acusa, surgen con fuerza las preguntas de si la Capellanía de La Moneda es una institución acorde a la de un Estado laico o si a estas alturas del siglo XXI corresponde tener en el Palacio de Gobierno un sacerdote que cumpla funciones eclesiásticas o pastorales.Me parece que es hora de sacudirse de viejas tradiciones decimonónicas a casi dos años de cumplirse el primer centenario de la separación de la Iglesia y el Estado.
Rodrigo Reyes Sangermani
Pavimentaciones
En Chile, las edificaciones reducen los espacios de campo abierto, lugares naturales de esparcimiento. Sin embargo, las construcciones son parte del desarrollo, lo que conlleva a que calles de tierra sean pavimentadas para un buen acceso. Pero algo insólito ocurre, y es que solamente la mitad de la calle junto a la edificación se encementa. Además, es curioso que calles perpendiculares o paralelas a estas queden sin pavimentar.
Sería muy loable de parte de las empresas constructoras que no sólo se preocupen del lado contiguo, ya que con las lluvias el agua se acumula, generando barro, lo que en consecuencia deforma el camino. Gran diferencia como país sería destinar dinero a la pavimentación en su integridad, ya que así los habitantes y conductores dejarían de sortear los vaivenes del camino y podrían transitar en calles trabajadas, como las que narró en siglo XIX Tolstói en su libro Resurrección: "La hierba rediviva no sólo crece en los senderos y paseos, sino también entre las piedras de la calle".
Luis Rodrigo Ossa Medina
Política de dimes y diretes
Parafraseando el libro del psiquiatra Frantz Fanon, una de las obras más revolucionaras de la década del 50, para definir lo que ocurre en medio del Gobierno del Frente Amplio, reflejado en la figura presidencial de Gabriel Boric.
Hemos visto cómo se ha ido diluyendo la alegría y la sensación que hubo en la población de un cambio generacional que iba a traer una nueva etapa en la política chilena, tanto en la forma como el fondo. ¿Qué pasó? Primero, la lentitud de nombramientos de cargos importantes en la conducción del país, posteriormente los errores de varios ministerios que llevaron a los primeros cambios de gabinete y, ahora último, el caso de corrupción que se ha tomado la opinión pública y los traspasos de fondos estatales a fundaciones.
Pieles negras, máscaras blancas hace alusión a que tuvieron que volver a gobernar con políticos de la Concertación, los mismos que fueron muy criticados durante el llamado "estallido social" con frases que todos conocemos, como "no son 30 pesos, son 30 años".
Hoy vemos un gobierno sin un sello, que no ha generado un estilo y una marca en la opinión pública. Esto se demuestra incluso en algunos cambios o leyes que se han logrado hacer en este periodo y que no han tenido el impacto esperado en la opinión pública.
Por otro lado, vemos a una oposición que ante todos estos hechos ha aprovechado la oportunidad de golpear al Gobierno y las figuras más próximas al Presidente, en vez de intentar presentar alguna propuesta que apunte al objetivo de mejorar las condiciones de vida de Chile.
Estamos viviendo una política de dimes y diretes, con muy poca madurez y soberbia y enfocada en demostrar los errores y/o retrocesos de ambas partes. A seguir esperando un futuro esplendor.
Hugo Covarrubias Académico Trabajo Social U. Central
Inteligencia artificial
Parece mentira que mientras nos debatimos entre la estulticia política, la justificación de hurtos al Estado y la realidad que no queremos ver, los intereses de grandes corporaciones multibillonarias se imponen en el mundo. Y su herramienta más poderosa es la inteligencia artificial. ¿Tenemos en nuestro Gobierno -de aprendices- alguien que este mirando en esa dirección? O como es usual, ¿no somos capaces de ver la realidad y el futuro que se nos avecina? Confieso que no me preocupa tener un gobierno de izquierda o de derecha; ambos son dogmáticos, egoístas y difícilmente visualizan para dónde se mueve el mundo.
Y eso no sólo nos sucede a nosotros. Los estadounidenses, por ejemplo, luchan con las mismas taras. Los ciudadanos de a pie ni siquiera captan el problema, a pesar de que de alguna manera lo intuyen. Entonces, ¿qué hay que hacer? Desde la era de Platón es que aceptamos líderes políticos. La sociedad actual es dinámica, rechaza los paradigmas, va más allá.
Necesitamos líderes con mente amplia, conscientes del medioambiente y con capacidad para proyectarnos décadas con el acceso que tenemos a la información inteligente. Y en ese contexto, nuestros partidos políticos están fenecidos o muy cercanos. "Food for thought" habría dicho Sir Winston Churchill.
Gustavo M. Astorquiza