El agua de lluvia y deshielos que se mueve hacia arroyos, ríos, lagos y aguas subterráneas, proporcionan este líquido esencial. Gracias al ciclo del agua, el suministro de nuestro planeta se mueve continuamente de un lugar a otro. Circula entre atmósfera, superficie y bajo tierra. Su disponibilidad es fundamental para la agricultura, el consumo humano, la industria y la generación de energía.
Más del 96 % en la Tierra, es agua salada de los océanos. Cubre 70% de la superficie del planeta - pero sólo 2,5% corresponde a agua fresca (ríos, lagos, acuíferos) - y únicamente 0,62% es apta para consumo humano, agrícola e industrial. En breve, el agua dulce es un bien muy escaso.
El territorio nacional tiene una marcada variedad hídrica. Nuestra diversidad geológica, geomorfológica y climática controla la distribución de recursos hídricos a lo largo del país. Mientras en la zona norte existe un menor caudal para el suministro de las principales actividades, la zona sur dispone de una mayor oferta del recurso. El sector agrícola es el principal usuario, con extracciones de alrededor de un 73%, y la minería y los usos industriales comparten un 21%.
Diferentes estudios señalan que Chile será uno de los países más afectados por el cambio climático. Elementos notorios que afectan la disponibilidad de agua son contaminación y sobre-otorgamiento de derechos de uso, excesivo consumo y reducción de su disponibilidad debido a cambios que está experimentando y que probablemente seguirá teniendo el régimen de lluvias. Recientes investigaciones oficiales precisan que 61 comunas están afectadas por carencia de este recurso.
Los principales cambios observados en nuestro territorio son sequías, crecidas y deslizamientos de tierra, con las pérdidas económicas que ello implica. Se recalcan la aceleración del estrés hídrico por crecimiento poblacional, por usos de la tierra y urbanización. El derretimiento de glaciares y reducciones de la cubierta de nieve en los últimos decenios se está acelerando afectando la disponibilidad de agua. Las cifras indican un mayor consumo de casi 3 veces en las últimas décadas, lo que indicaría una tendencia al incremento.
Las opiniones difieren en torno al régimen existente de propiedad y mercado de aguas en Chile. En una nueva Constitución se vislumbra un avance hacia una protección efectiva del derecho de toda persona a un ambiente sano y equilibrado -sin restringirse solo a vivir en un medio ambiente no contaminado- y establecer el principio de desarrollo sostenible.
La Constitución debe abordar aspectos primordiales relacionados con su manejo: garantía estatal del derecho al agua para consumo humano y saneamiento, respeto al caudal mínimo ecológico para derechos otorgados y a otorgar, cancelar derechos a perpetuidad y que el Estado pueda caducar estos derechos por mal uso o plazo del tiempo.
Se requiere gestión integrada de recursos hídricos, por su valor ambiental, social y productivo. Esta gestión debe ser hecha por el Estado y todos los interesados, incluyendo ecosistemas y generaciones futuras.
José Cabello Lechuga,
Presidente Centro de Estudios de
Minerales Estratégicos y Críticos