Tengo más de 60 años de experiencias vividas y me falta otro tanto por vivir. En eso resumiría mi vida ya que es imposible detallar cada situación. Buena, mala o regular. Todo es válido para aprender de los errores o disfrutar de los logros. Sin embargo con la pandemia la vida me cambió, digo: Nos cambió a Todos. Lo vivido, lo bailado, lo gozado, lo sufrido, absolutamente todo se detuvo en el tiempo.
Sentí que vivíamos en una película de ficción, donde el enemigo era invisible y no teníamos ni idea de, en qué momento, se nos aparecería para atacarnos y acabar con ese montón de años vividos. No se necesitaba nada para que nos atacara: Si eres bueno o malo, igual, entre en tu organismo y hace de las suyas.
En este caso de que no te toque, quedas vivo; pero si así lo decide el intruso, te lleva de este mundo, dejando a los familiares y amigos con el recuerdo de lo buena persona que eras; porque eso sí, no hay muerto malo.
Toda esta pandemia y su huracán de información nos obligaban a repetir una frase: De esta salimos siendo mejores personas. ¡¿Digo yo, a ver?! ¡¿Cómo así?! ¿Acaso yo no era buena persona? Empecé analizándome a mí mismo, seguí con mis familiares, inevitablemente analicé a mis amigos y llegué al colmo de hacer lo mismo hasta con los desconocidos. Fue un trabajo de investigación delirante. Me obsesione con el tema. Y obtuve la respuesta, si bien a mí me deja tranquilo con lo concluido, es posible que a otros no; pero esa es mi verdad y no la voy a negociar.
La pandemia nos enseñó a todos que debemos ser solidarios, que hay personas con menos que nosotros que necesitan nuestro apoyo, que en esta vida nada está dicho y que lo único cierto es vivir el hoy, aquí y ahora.
El cuento de: Ser mejores personas…ni me lo creí, ni me lo creo y mucho menos me lo creeré. Las personas buenas o malas por convicción. No necesitamos que una situación extrema nos suceda para que esto se dé. El mundo está lleno de maravillosas personas que no dudan en dar el pan de su mesa a quien lo necesita, así como hay personas que dan el pan de su mesa "solo" si les sobra.
Los buenos valores, los principios y la formación vienen de cuna. La solidaridad la aprendemos con el ejemplo, las buenas obras las vivimos en el corazón. No necesitamos una foto ayudando a los demás, subirla a las redes sociales y gritar al mundo: Soy mejor persona. Los que me conocen saben que jamás lo haré. Pero qué tristeza la cantidad de personas que sí lo hacen.
La pandemia aún no termina, ya está en nuestras manos que seamos conscientes de cuidarnos a nosotros mismos y por ende a los demás, que seamos responsables de nuestros actos y que entendamos que mis acciones afecten a los demás.
La única forma de creer que hoy soy mejor persona es que mis actos sean tan responsables, que hablen por sí solos y le muestren al mundo que soy el mismo de hace 6 meses, pero con una luz de esperanza en el corazón.