En la era digital en la que vivimos, la inteligencia artificial (IA) ha emergido como una fuerza transformadora en diversos ámbitos de la sociedad. Sin embargo, surge una interrogante fundamental: ¿es democrático el acceso a la inteligencia artificial? Esta cuestión plantea un debate complejo en el que se entrelazan tanto los avances tecnológicos como las habilidades necesarias para obtener resultados óptimos.
Es innegable que la inteligencia artificial ofrece una amplia gama de posibilidades y beneficios. Sin embargo, se percibe como una herramienta reservada únicamente para aquellos con conocimientos técnicos avanzados. La brecha de habilidades necesarias para comprender y aprovechar plenamente el potencial de la IA puede convertirse en un obstáculo significativo para una sociedad equitativa y democrática.
El acceso a la inteligencia artificial no solo implica la disponibilidad de la tecnología en sí, sino también la capacidad de utilizarla de manera efectiva. Aquí es donde los pronts, como este modelo de lenguaje, desempeñan un papel crucial al proporcionar herramientas accesibles y amigables para interactuar con la IA. Los pronts permiten a las personas, incluso sin habilidades técnicas avanzadas, generar contenido y obtener resultados satisfactorios de manera más sencilla.
Es importante considerar estos aspectos y trabajar hacia la democratización del acceso a la inteligencia artificial. Esto implica abordar las brechas socioeconómicas y de infraestructura, así como también garantizar una representación adecuada de la diversidad cultural en los datos utilizados para entrenar los sistemas de inteligencia artificial. Además, es esencial desarrollar interfaces y sistemas de inteligencia artificial que sean más intuitivos y capaces de comprender una variedad de expresiones y formas de comunicación, para así brindar una experiencia inclusiva y accesible para todos los usuarios, independientemente de sus habilidades de redacción o seguimiento de instrucciones.
La democratización de la inteligencia artificial no solo beneficia a los individuos, sino también a la sociedad en su conjunto. Al ampliar el acceso y reducir la brecha de habilidades, se fomenta la diversidad de perspectivas y se promueve la participación de diferentes actores en la creación y aplicación de la IA. Esto puede conducir a soluciones más inclusivas, equitativas y éticas, evitando así la concentración de poder y conocimiento en manos de unos pocos.
Es importante tener en cuenta que el acceso democrático a la IA no debe basarse únicamente en la igualdad de oportunidades, sino también en la equidad. Esto implica reconocer y abordar las desigualdades existentes, como la falta de acceso a la tecnología o la brecha digital entre regiones y grupos socioeconómicos. Solo a través de un enfoque integral que combine la disponibilidad de herramientas, la capacitación y la superación de barreras estructurales, podremos lograr una democratización verdadera y justa de la inteligencia artificial.
El acceso democrático a la inteligencia artificial es un desafío que debemos abordar de manera activa. Si bien los pronts y otras herramientas facilitan la interacción con la IA, es necesario ir más allá y garantizar que todas las personas tengan la oportunidad de desarrollar las habilidades necesarias para beneficiarse.
Los primeros asentamientos humanos de la Región de Antofagasta se caracterizaron por un comercio intensivo entre las comunidades tras la cordillera y precordillera con los grupos costeros para intercambiar diversos alimentos, conchas marinas y objetos metálicos con fines ceremoniales que fueron hechos en esta misma zona.
En esa época, en la actual Chuquicamata, las comunidades primigenias ya extraían cobre, metal que con el pasar de los años se ha transformado en la columna vertebral de la matriz productiva del país. Somos una región de vocación minera en un área en que, por lo menos a contar de nuestra historia, han sido un reducto explotado exclusivamente por hombres.
Pero los tiempos cambian y el país ha asumido de manera ascendente desde la última década del siglo pasado, una valoración cada vez más extendida de la participación femenina en los más diversos ámbitos, inclusive en trabajos relacionados con la minería.
Según el estudio Mujer y Minería de Woman in Mining del año pasado, la cifra de mujeres en este ámbito es del 10,08 por ciento, de este porcentaje sólo el 14 por ciento logra mantenerse ahí por más de cuatro años. Entre las causales más sentidas a la hora de abandonar sus puestos se encuentran la imposibilidad de ascender y hacer carrera. En este rubro, apenas el 12,4 por ciento de las mujeres son gerentas y el 12, 7 por ciento de estas empresas cuentan con al menos una mujer en sus directorios.
El desafío a futuro se basa en optimizar los climas laborales para asegurar su permanencia y ya no solo su ingreso. Uno de lo ejemplos más elocuentes nos entregó en el noveno masterclass dictado por la especialista en asuntos corporativos de Escondida BHP, Elizabeth Cameron Ovado, entidad que posee actualmente un 31,5 por ciento de mujeres en diversos ámbitos laborales como en puestos claves relacionados con la operación y mantención, con una estrategia de mediano y largo plazo que apunta a que sus 400 empresas proveedoras, que poseen un 12 por ciento de participación laboral femenina, repunten al 33 por ciento al 2027.
Nuestro programa Buenas Prácticas Laborales con Enfoque de Género -BPL-, en tanto, promueve y colabora para que diversas entidades de esta zona certifiquen la norma NCh3262 que brinda la excelente oportunidad para que las mujeres se mantengan en las empresas, y a su vez genera mecanismos para atender demandas propias del hogar: banco de horas, posnatal parental, prevención de la violencia y otros.
En la región existen actualmente 18 entidades certificadas con la NCh3262, seis de las cuales poseen Sello Iguala que es una distinción que entrega el Ministerio de la Mujer y la EG, a las que destacados en el Día Mundial de la Mujer en Minería el 15 de junio.