Comúnmente se asume que la equidad de género en el ámbito laboral se traduce en aumentar la participación de mujeres. Sin duda es un primer paso, pero se requieren esfuerzos adicionales para replantear su rol en el mundo laboral y consolidar un cambio radical. Las razones para lo anterior son varias.
Hay un deber justicia fundado en la Declaración Universal de DD.HH que consagra la igualdad en dignidad y derechos de todos los seres humanos (Art. 1); la prohibición de hacer distinciones a este respecto por razones de sexo (Art. 2); y, el derecho al trabajo en condiciones equitativas y con igual salario por trabajo igual (Art. 23). Lamentablemente se olvidan con frecuencia estos preceptos, de hecho, en Chile hasta el año 1996 el artículo 15 del Código del Trabajo consagraba expresamente esta discriminación prohibida por la Declaración Universal: "Las mujeres no podrán ser ocupadas en trabajos mineros subterráneos ni en faenas calificadas como superiores a sus fuerzas o peligrosas para las condiciones físicas o morales propias de su sexo, limitándolas solo a trabajos administrativos y domésticos dentro de la industria".
También hay razones de productividad y clima laboral. Según el estudio de Clapes UC 2020, cada punto de aumento de participación laboral femenina sube en 0,5% el PIB de Chile. El Programa "Mujeres en Liderazgo: Sé un Agente de Cambio" del MIT destaca que equipos diversos logran mejores y más innovadores resultados, mejor gestión del tiempo, resiliencia, y capacidad de adaptación. Boston Consulting Group (2018), señala que es una buena estrategia de negocio que aporta ventajas competitivas, y su impacto se logra permear en todos los niveles de la organización a través de mayor rentabilidad y modernización. El estudio señala que aquellas empresas con una diversidad superior a la media en su equipo de liderazgo generan un 19% más de ingresos.
En el sector minero, la participación femenina se duplicó en una década, pasando de un 7,1% en 2011 a un 15,2% en 2023. Adicionalmente, al considerar el porcentaje de mujeres contratadas respecto al total de trabajadores en los últimos 12 meses, se observa una evolución en el indicador, duplicándose en los últimos cuatro años, pasando de un 17,3% en el año 2018 a un 35,3% en el 2022. Es decir, 1 de cada 3 personas contratadas en el 2022 por empresas mineras fueron mujeres, esto representa la contratación de 2.554 mujeres.
Algunos de los factores clave para promover la incorporación exitosa de las mujeres ha sido identificar las barreras que obstaculizaban su incorporación, desde las etapas de reclutamiento, hasta las oportunidades de crecimiento que concilien con la vida personal y familiar, tanto de ellas como la de hombres, que también deben asumir nuevos roles si queremos un cambio verdadero y sostenible.
Adicionalmente, se realizan esfuerzos coordinados del sector a nivel territorial, centrados en atraer y retener talentos, a través del Programa de Práctica Aprendices de CCM-Eleva. Del universo impactado, 86,4% son mujeres y un 13,6% hombres. Además, se trabaja en implementar los estándares internacionales del ICMM en materia de Diversidad, Equidad e Inclusión; y en la promoción del desarrollo sostenible a través de Compromiso Minero, cuyo pilar social tiene como meta duplicar la participación de mujeres antes de 2030.