El nuevo "sueldo de Chile"
"La tecnología ha desempeñado un papel fundamental en el aumento de la productividad de la industria minera en los últimos años". Trinidad Carmona, Sales & Marketing Director de Drillco
Durante décadas, se le llamó al cobre "el sueldo de Chile". Y no sin razón. La industria del cobre emplea hoy a más de 700.000 personas (entre empleos directos e indirectos). Incluso, en la época del peak productivo del cobre, en 2013, se alcanzaron más de 1.000.000 de empleos (Statista, 2021). Eso quiere decir que 1 de cada 5 trabajadores formales en nuestro país está vinculado a la industria minera.
Sin embargo, y a pesar de que se estima que en Chile tenemos reservas suficientes para otro siglo completo de producción, la industria ha cambiado. Las bajas leyes minerales amenazan con disminuir gradualmente la producción de cobre de nuestro país. Los yacimientos van envejeciendo progresivamente, lo cual implica que el mineral se encuentra cada vez a mayores profundidades, incrementando la relación estéril-mineral, y con ello aumentando los costos de producción.
Si a esto le sumamos la creciente demanda proyectada para la próxima década, liderada por las ERNC (Energías renovables no convencionales) junto a las fuentes tradicionales de demanda, como lo son la construcción y la electrónica entre otros, nos vemos enfrentados a un escenario complejo. ¿Cómo podemos abastecer la gran demanda futura, al tiempo en que las leyes decrecen gradualmente?
La respuesta es bastante lógica: implementar soluciones de base tecnológica. La tecnología ha desempeñado un papel fundamental en el aumento de la productividad de la industria minera en los últimos años, y se ha ido desarrollando en torno a los aspectos más críticos de la operación minera, como lo son la seguridad, productividad y uso del agua, entre otros. La automatización ha mejorado la eficiencia y seguridad, alejando a los trabajadores de la "línea de fuego", el procesamiento de datos ha ayudado a tomar mejores decisiones en tiempo real sobre los procesos mineros, las nuevas fuentes de energía han permitido una reducción del costo total y mayor sostenibilidad, entre muchas otras soluciones.
¿Significa esto, que la tecnología reemplazará al ser humano (como muchos detractores de la IA afirman), y que la industria minera verá reducida su participación laboral?
Todo lo contrario. El desarrollo tecnológico requerido por la industria, a fin de poder abastecer al mundo de la cantidad de cobre suficiente para permitir la revolución de las ERNC, es de tal magnitud que requiere un nivel de tecnología mucho más avanzada que la disponible actualmente. Durante los próximos años veremos florecer un sinfín de nuevas tecnologías, las cuales irán madurando en su aplicabilidad a la industria. Y en la base de todo este desarrollo tecnológico, está la necesidad de transformar a la industria actual en una más productiva, eficiente, sostenible e igualitaria.
Este desarrollo tecnológico requiere de profesionales y técnicos, hombres y mujeres, altamente capacitados, pero por sobre todo, capaces de enfrentar las problemáticas que aquejan a la industria hace décadas, con una nueva mirada. Capaces de desarrollar, integrar e implementar tecnologías disruptivas que traigan resultados sustanciales. Es claro que la tecnología no reemplazará al hombre, por lo menos no en lo que a la industria minera se refiere. Y es que hoy en Chile, el ratio de trabajadores asociados a las empresas METS (por sus siglas en inglés, se refiere a las empresas Tecnológicas, de Servicios y Equipamiento para la industria minera) versus los trabajadores mineros directos es 2 veces a 1 (Cochilco, 2022). En industrias mineras maduras, con desarrollo tecnológico y de conocimiento sustanciales, como es el caso de Australia, la fuerza laboral asociada a empresas METS y MiningTechs es de 5 a 1 (Minerals Council of Australia, 2020).
El nuevo "sueldo de Chile" migrará entonces, sin duda, desde un rol de minería tradicional hacia un desarrollo tecnológico muy relevante, que le aportará al país una industria más productiva, eficiente, igualitaria y sustentable.