El tango eterno
Abordo un taxi de aplicación, que conduce un hombre de tez morena. Me sorprende que no venga escuchando la "Charanga Latina". Reconozco la voz del "Varón del Tango" y le insinúo mi agrado, asintiendo con la cabeza.
Sosa nos asevera: "Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé". En realidad, no solo lo sabemos todos. Una verdad que comprobamos y sufrimos a diario, nos pone de cara a un presente angustioso, porque hoy en día es "lo mismo un burro que un gran profesor". Y la situación se agrava cuando nos damos cuenta que "los inmorales nos han igualao".
El taxista me mira sorprendido y me pregunta… ¿Se lo sabe el tema éste?
Respondo con un gesto de afirmación… Sosa, nos refriega la verdad… "Que falta de respeto, que atropello a la razón… Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón".
Al costado del vehículo, un motorista insulta a un peatón, con expresiones de grueso calibre. Se nota su acento afuerino. El "varón del tango" irrumpe con ese vozarrón que lo llevó al estrellato: "Pero que el siglo veinte es un despliegue, de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue".
Poco antes de concluir el viaje, el conductor rechaza a un limpiador de parabrisas. Éste le devuelve un gesto obsceno. Otra vez "Cambalache nos grita al oído: "Siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos".
Y para sustentar lo que entona Sosa, reitera -acompañado de los fuelles- que "El que no llora no mama y el que no afana es un gil". Lunfardo y realidad unidos en una creación que es innegablemente eterna. Que, para mal de todos, tiene permanente vigencia.
Llegado el momento de bajar, el taxista descubre mis canas y calcula mis años. Su gesto encierra un escondido "Por eso le gustan los tangos". Un señor promueve su candidatura a un cargo que desconozco, reparte folletos. Recuerdo a Discépolo, cuando sostiene que "Da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón".
Evoco a mi padre. Muchas veces le escuché otros tangos con perfiles de protesta…La trilogía "Cambalache", "Las Cuarenta" y "Camouflage", nos puso de cara a una realidad que -hace cincuenta años- creíamos imposible.
Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista