El caso Allende-Salazar
¿Fue correcto que una televisora -Megavisión- decidiera despedir a una periodista luego que esta, en el apuro de la noticia e improvisando frente a las cámaras, llamara al carabinero recién asesinado "paco"?
La expresión fue, por supuesto, un lapsus. Y no se requiere haber leído a Freud para saber que en los lapsus quien habla es el inconsciente, ese depósito de pulsiones y deseos ocultos que la racionalidad suelen mantener a raya hasta que el control, por cansancio, descuido o lo que fuera, afloja y cede y entonces aquello que no se diría voluntariamente de pronto se dice. Eso es más o menos lo que le ocurrió a la Periodista Paulina de Allende-Salazar. Habló su inconsciente al emplear una expresión que, en ese contexto, sonó levemente desdeñosa, derogatoria, despreciativa.
Y al oírla, como era de esperar, el oficial que interactuaba con los periodistas se indignó y también algo irreflexivamente reaccionó decidiendo -si decidiendo- que nadie hablaría a la prensa en tanto la periodista no se retirara.
¿Hizo lo correcto ese carabinero? ¿actuó bien Megavisión al despedir a la periodista?
Comencemos por el carabinero. Su actitud es, desde luego, comprensible. Es natural que con la conmoción causada por la muerte violenta de su compañero de armas la expresión dicha por la periodista le sonara a un insulto. Pudo entonces quejarse, incluso reprenderla, poner de manifiesto lo que pareció una falta de respeto o de consideración; pero es evidente que enmudecer frente a la ciudadanía y negarse a hacer declaraciones hasta que la periodista de pronto convertida en réproba se retirara, fue un exceso. No hubo en los dichos de la periodista una injuria, ni nada que siquiera se asemejara a algo así. Fue un descuido, una expresión coloquial, una trampa del inconsciente por la que ella se disculpó ¿Qué más podría haber hecho? ¿Salir cabeza gacha del recinto acaso? El incidente -guardando las distancias- recuerda otro del que participó alguna vez el presidente. Entonces se molestó con un joven periodista y lo reprendió.
Y si el oficial de Carabineros actuó movido por la emoción y el dolor que le causó la muerte de uno de los miembros de su institución, y si, por eso, su actitud es comprensible, la de Mega es simplemente absurda. Despedir a una periodista porque empleó de manera inconsciente una expresión coloquial -por la que pidió disculpas- es simplemente absurdo y excesivo, una reacción desmesurada como tantas que ha habido el último tiempo, una reacción adoptada al compás de lo que se supone era en ese momento la temperatura de la opinión pública, una muestra grosera de los tiempos que corren atentos a detectar para donde soplan los vientos y actuar en consecuencia. Los canales de televisión, Megavisión entre ellos, echaron leña a la hoguera de octubre, adularon o casi a los que participaban, filmaban al perro matapacos y sus conductores subrayaban hasta la exageración lo que suponían la gente quería oír. Y ahora declaran que por supuesto en su línea editorial este tipo de expresiones que deterioran la autoridad no son admisibles, que el canal siempre ha sido equilibrado y respetuoso, preocupado de no dañar la sensibilidad de nadie.
Sí, por supuesto, faltaba más.
Lo que acaba de ocurrir con esta periodista es una reacción desmesurada, disfrazada de respeto y de moral frente a un simple lapsus. En suma, una periodista independiente ha sido sancionada por un canal dependiente del rating.
Nada de lo que la televisora deba enorgullecerse.