Antonio Rendic y la cutura antofagastina
Antofagasta siempre ha contado con importantes "Hombres de Letras". Notable es la trilogía del siglo XX con Mario Bahamonde, Andrés Sabella y Antonio Rendic. La que fuera ciudad de Juan López, los acogió, permitiéndoles ser. Bahamonde, taltalino--antofagastino, fue un gran intelectual de la pedagogía. Sabella debió regresar para regocijarse en la antofagastinidad de su ciudad donde el sol canta desnudo. Rendic, croata--antofagastino, se arraigó para servir a su ciudad.
Para ellos ya existen páginas bellamente escritas que enaltecen sus poemas, cuentos, novelas y otros textos que motivan culturalmente a las nuevas generaciones. Lo primero a recordar es que todos fueron docentes. Rendic y Bahamonde, jóvenes se desempeñaron en la Escuela de Minas que luego sería la Universidad Técnica del Estado. Bahamonde también fue figura en la Universidad de Chile, Sede Antofagasta. De Sabella, basta reconocer que siempre estuvo muy ligado a la Universidad del Norte. Para la conciencia ciudadana, siguen siendo símbolos culturales.
Según viejos recuerdos, dialogando con don Antonio, percibí un leve sobresalto al mencionarle un poema de amor… Luego, a coro declamamos "Mujer", de "Tierra soleada". Como un secreto, me dijo: Ese soneto me remonta a mi juventud… lo escribí para mi esposa, cuando era mi novia.
Al paso de los años, ese detalle explicará parte importante del larguísimo periplo poético de don Antonio. Con su literatura cantó a todo su universo nortino y algo más. En ese desierto, bíblicamente preparó caminos para el Señor. Viendo en cada prójimo a su Dios, llegó a cantarle a toda la Creación. Sus poéticos escritos lo llevaron desde el amor humano, al amor de Dios.
Su gesta vital de adentrarse en el desierto, lo proyectó más allá de lo trascendente y, además, le aportó singulares respuestas a las problemáticas existenciales que vibran en la conciencia de los hombres buenos que armonizan sus acciones de vida con su propia fe.
Si con su vida, Gabriela Mistral escribió sus "Sonetos de la Muerte"; don Antonio, escribió sus "Sonetos del Amor".
Su poesía amorosa fue la senda de purificación espiritual y, si alguna vez "alta la frente", admitió que "amor es la fe y la esperanza", todo aquello que de por vida compartió con su esposa, día habrá de llegar en que ambos estarán "esperando encontrar -cumplido el plazo--/ un recodo apacible en tu regazo / para seguir soñando en nuestro amor." .
Osvaldo Maya. Santiago 2-IV-2023