Cuaresma, tiempo para crecer
"La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida ". "Esta nueva norma nos permitirá atacar a los narcotraficantes donde más les duele".
La Iglesia nos propone en este tiempo, que podamos recorrer el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8). En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, si bien ya estamos en la mitad de este camino es importante ser capaces de detenernos y mirar esta segunda parte para recorrer juntos el tiempo restante.
Los cuarenta días de la Cuaresma preparan la vivencia de la noche de Pascua donde renovaremos las promesas de nuestro bautismo, para renacer, gracias a la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo. El gran misterio de nuestra fe es la Resurrección, así caminamos esperanzados en encontrar la vida eterna.
La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle "poner su morada" en nosotros, recordamos que el Dios en que creemos es un Dios que nos busca y quiere vivir junto a nosotros, él nunca nos ha abandonado a pesar de nuestra debilidad. Por eso estos días nos invitan a vivir tres actitudes que nos van a ayudar a realizar un buen camino, el ayuno, la oración y la limosna.
El ayuno para muchos solo se entiende como una acción con respecto al dejar de consumir algunos alimentos, pero en realidad es mucho más, significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones como también los productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a aquel que viene a estar con nosotros. El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo practican con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento.
La oración, es un espacio de reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20). Al recibir el perdón, en el sacramento de la confesión, es un gran paso para nuestro proceso de conversión. Estamos llamados a ser difusores del perdón y al recibir este don, debemos también entregarlo con alegría y entusiasmo siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido, -tal como el buen samaritano-, debemos de preocuparnos por el que sufre, nuestra oración no puede ser solo un pliego de peticiones, sino una intersección comprometida con el que está a nuestro lado. Debemos tener una vida de oración, que sea ese pozo de agua viva, que nos refresque y nos haga degustar la promesa de la vida eterna.
La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este regalo consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Nuestra sociedad, hoy necesita que nos comprometamos a compartir, no solo las cosas materiales, sino sobre todo nuestra propia vida.
Vivamos este tiempo comprometidos nos solo con nuestra conversión personal, sino contribuyendo para que otros también encuentren el camino que tiene en su final la promesa de la vida eterna en Cristo. Dios sea bendito.
Avanzando en más seguridad
Esta semana se aprobó en el Senado la ley que entrega más y mejores herramientas para el combate del narcotráfico y el crimen organizado, lo que nos permite seguir avanzando en el trabajo coordinado, planificado y con mejores medidas para el país y la provincia El Loa.
La ley en cuestión se enmarca en la serie de medidas que ha impulsado el Gobierno del Presidente Gabriel Boric para promover la Seguridad Ciudadana en Chile, una solicitud sentida por quienes habitan en la provincia de El Loa y en todo el territorio nacional.
Pero, ¿qué alcances tiene esta nueva normativa? ¿cómo beneficiará a las chilenas y chilenos?. Pues bien, la ley que combate el narcotráfico y el enriquecimiento ilícito es una buena noticia para las familias que quieren vivir tranquilas y una pésima noticia para los narcotraficantes, ya que dispone de nuevas herramientas para impedir que estas organizaciones y sus miembros se enriquezcan a través de la comisión de delitos.
Por ejemplo, esta nueva norma nos permitirá atacar a los narcotraficantes desde donde más les duele: en su patrimonio económico, pues en el caso de que un narcotraficante muere antes de ser condenado, todos sus bienes que fueron adquiridos producto de la actividad ilícita, no serán heredados a sus hijos y se podrán decomisar a través de la figura del comiso sin condena.
Otro factor que considera esta ley es que se agrava la pena, en caso de suministrar drogas a menores de edad, y con esto aportamos medidas concretas para la protección de niños, niñas y adolescentes. La pena se eleva alcanzando hasta un máximo de 10 años, junto con una multa que puede llegar hasta los 24 millones de pesos.
Las viviendas decomisadas a los narcotraficantes,y que éstos hayan adquirido producto de su actividad, podrán ser utilizadas como unidades policiales mientras dure el juicio en su contra e igualmente podrán ser destinadas a instituciones como SENDA, que se dedica a luchar contra las consecuencias que provoca el narcotráfico.
Asimismo, esta nueva ley entrega mayores facultades de fiscalización, tanto a la Policía de Investigaciones como a Carabineros sobre las personas que deben estar inscritas en el registro de precursores y sustancias químicas, además de otras medidas que, sin lugar a duda, ayudarán a seguir enfrentando el narcotráfico.
Queremos decirle categóricamente a las y los ciudadanos que, como Gobierno seremos implacables y pondremos en práctica todas las nuevas herramientas que nos entrega la ley para perseguir a las bandas delictuales e impedir que se enriquezcan a través de sus delitos.
Néstor Veneros Lepe,
admnistrador diocesano
Miguel Ballesteros,
delegado presidencial provincial de El Loa