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LITERATURA. Amigo de Neruda, se negó a creer en la hipótesis de su envenenamiento. En Santiago caminaba con Vargas Llosa.
Valeria Barahona
Valeria Barahona
El cineasta Matías Bize enfrentó el reto de rodar en un plano secuencia de 80 minutos un drama acerca de la maternidad arrepentida y el resultado es la coproducción de Chile y Argentina "El castigo", presentada ayer en la sección oficial del Festival de Málaga, España.
Bize explica que repitieron siete veces ese plano secuencia en otras tantas jornadas, ya que solo podían hacer una toma por día porque querían filmar el atardecer, y la versión elegida fue la penúltima.
"Había mucho ensayo para esa coreografía en la que éramos un solo cuerpo. Estábamos siete personas detrás de la cámara y todos participábamos de esa coreografía, para la que era necesaria mucha concentración", añade.
Al final de cada jornada se reunía con el montajista, "en una película en la que no había montaje", y ambos veían la toma que habían rodado para incluir correcciones en la del día siguiente, por lo que "cada día la película se iba mejorando".
El proyecto surgió de la guionista Coral Cruz a partir de la idea "de una pareja a la que se le pierde un hijo en el bosque", y Bize propuso entonces hacerlo en un plano secuencia, "para que fuera mejor película".
Tuvo muy pronto "en la cabeza" a los protagonistas -Antonia Zegers y Néstor Cantillana- porque necesitaba "actores muy buenos, que se echaran la película al hombro", y a los elegidos "les daba treinta indicaciones para la toma del día siguiente y las incorporaban".
Al leer por primera vez el guion, Zegers sintió que algo le "llegó directo" y al saber que sería un plano secuencia le pareció "terrorífico", por "hacer una obra con tanto texto solo con un tique de ida", pero tenía la convicción de que lo que estaban "poniendo en la mesa sobre mujer y maternidad es importante".