Convivencia en los espacios públicos
Hay conductas que lejos de respetar a quienes nos acompañan en un determinado lugar, incomodan y se siguen haciendo sin importar si pudieran crear conflictos. Todo sería más sencillo si se entendiera que en estos espacios necesitamos respetarnos. Compartir, disfrutar y pasar gratos momentos sin perturbar al resto de los visitantes.
En el último tiempo la convivencia en los espacios públicos, playas, riberas de ríos, parques y otros se ha tornado muy difícil. La principal razón es que se ha perdido el respeto y a sabiendas que hay algunas conductas que provocan molestias no se evitan porque se suele ponderar el bienestar personal sin importar el de los que están compartiendo con nosotros ese lugar en particular.
El exceso en la ingesta de bebidas alcohólicas al grado de incomodar a los eventuales vecinos, debido al bullicio, gritos y palabras de grueso calibre es un caso muy repetido. Aquel disfrute, muchas veces termina en acaloradas discusiones e incluso en golpes entre quienes exigen respeto a la tranquilidad y quienes creen que nadie puede imponerle un modelo de comportamiento.
Antiguamente el inconveniente lograba zanjarse con la advertencia de llamar a la fuerza pública. Hoy ya no sirve, incluso tras la presencia policial la situación continúa y hay casos que terminan con innecesarias detenciones.
En Antofagasta, el municipio ha tratado de normar algunos aspectos como la prohibición de uso de parlantes en las playas. La posibilidad de contar con unos de estos artículos para emitir música a alto volumen ha aumentado y con ello los problemas de convivencia en los balnearios. Por ello se debió redactar una ordenanza para definir su prohibición.
El fin no es que se prohíba escuchar música, lo que se persigue es que se haga con moderación y no a través de esas bocinas de gran dimensión. Los celulares o radios portátiles son suficientes.
Ahora último se sumó la ley que sanciona a quienes fuman en sectores ribereños de playas y ríos. También para no molestar al resto de los visitantes y como una medida ecológica de protección del ecosistema evitando la contaminación con colillas.
Son ejemplos en los que debe actuar la norma para que la convivencia sea más armoniosa, sopena de multas.
Todo sería más sencillo si se entendiera que en estos espacios necesitamos respetarnos. Compartir, disfrutar y pasar gratos momentos sin perturbar a quienes también se encuentran en el lugar.
Todos sabemos cuáles son las conductas que provocan inconvenientes y la obligación es tratar de evitarlas. Ponerse en el lugar del casual vecino y dialogar para que todos puedan lograr el objetivo que es vivir una jornada de esparcimiento sin tener que pasar por conflictos.