Algunos recuerdos de los años 60
Recuerdo al maestro Osvaldo Ventura por su pintura, que la tengo patente en las telas del recuerdo, y además, por conversaciones y confidencias sostenidas con Ventura a lo largo de los años.
Ingresando al ámbito del realismo mágico, me confidenció que, siendo funcionario del FCAB en la época de los Ingleses, uno de los jefes que poseía un yate o una goleta, lo invitó a navegar hacia el centro de la Bahía y bajando al fondo de la embarcación le pidió que aplicara el oído y escuchara el sonido de burbujas que parecían venir desde el fondo del mar. Era opinión del funcionario Inglés y estaba convencido de ello, "hay un volcán submarino al centro, en las profundidades de la Bahía de San Jorge"
Eran los inicios de los ´60, en que el Padre Saa, sacerdote Jesuita. estaba a cargo de un sismógrafo en una sala bajo el primer piso del Colegio San Luis. Él comentaba que el subsuelo de Antofagasta estaba horadado por el mar a través de cavernas cuya agua afloraba en los llamados "ojos de mar", que surgen cuando se excava profundo para levantar un edificio de altura. Incluso hay construcciones que poseen bombas para extraer el agua permanentemente, El Padre Saa pensaba que "Antofagasta es un balcón continental que podía ceder en caso de un sismo y desaparecer en la Bahía", Pero desde esos años hasta ahora hemos soportado dos terremotos, el del año 1995 y el del 2007… y el balcón ha resistido.
Eran los años en que Carlos Espinosa, un joven profesor de Física, de la recién nacida U. del Norte experimentaba con la energía solar y vaticinaba que" algún día el Norte sería un gran centro proveedor de energía solar transformada en energía eléctrica".
Un pintor que sacaba a pasear a sus hijos por la Costanera de esos años, cuando era sólo tierra, les enseñó a mirar los cerros de la Cordillera de la Costa y les enseñó a observar el dibujo, las huellas por donde había bajado agua y les dijo: "No lo olviden, algún día el agua volverá a bajar por ahí". Esto se cumplió para el aluvión del año 1991.
Mejor no mirar el abanico de quebradas tras los cerros que nos circundan… Pero a no desesperar, ya existen las piscinas y vías aluvionales y además un puente que no permitirá que Antofagasta vuelva a quedar dividida… por lo menos físicamente.
Waldo Valenzuela Maturana