A punto de alcanzar la gloria: el año en que Cobreloa rozó el ascenso a Primera A
2022. El proceso de la directiva encabezada por Fernando Ramírez y que contó con un plantel con Emiliano Astorga a la cabeza casi logra el objetivo.
Fue como todos los años. Nuevo plantel, nuevo entrenador y las mismas ilusiones arrastradas desde mayo de 2015, cuando el club minero conoció el descenso a la serie B del fútbol chileno.
Aunque esta vez, el resumen alcanza para sacar conclusiones positivas. Cobreloa estuvo muy cerca de llegar a su anhelado retorno al fútbol de honor pero una fatídica jornada en el Zorros del Desierto, con una goleada histórica en contra frente a Deportes Copiapó terminó dejando en la conclusión el mismo sabor amargo de temporadas anteriores.
No se ascendió pero esta vez e rozó la hazaña con un modelo de trabajo que es perfectamente aplicable para volver a intentar el ascenso.
Todo partió con nuevas elecciones, en donde el ex Frente Amplio Unidos por Cobreloa, ese bloque opositor a las anteriores directivas y que encabezaron los mismos socios que implementaron el cambio de estatutos esta vez se alzó con el triunfo, uno estrecho sobre un grupo de empresarios y la administración anterior, una que salió en medio de remezones y renuncias y que no consiguió la adhesión para poner en marcha la prometida refundación.
Con la nueva cúpula encabezada por Fernando Ramírez y que al poco andar empezó a hacer agua en la interna con divisiones de protagonismos y denuncias de fallas en la gestión, Cobreloa nuevamente se la jugó por un proceso deportivo nuevo, en donde el entrenador Emiliano Astorga fue el encargado de asumir el reto, armando un equipo totalmente nuevo, con la inclusión de figuras jóvenes proyectadas desde las fuerzas básicas y el fichaje de jugadores experimentados, como Rodolfo González, Maximiliano Cerato, Roberto Gutiérrez, Matías Ballini y el retorno a la actividad del goleador David Escalante, futbolistas que le dieron el peso específico a un equipo que superó todas las campañas históricas mineras en la división y peleó palmo a palmo con Magallanes el liderato del torneo, perdiendo en la recta final ante un elenco que terminó siendo la mejor expresión de fútbol en todo el país, incluso ganando la Copa Chile de este año.
Fueron 68 unidades en 32 encuentros, una cifra récord que perfectamente pudo significar una promoción directa pero encontró en las 72 unidades de la "Academia" al rival impensado que dejó los sueños truncos por séptima vez.
Lo de la final ante el vencedor de la liguilla, Deportes Copiapó, con empate en la capital de Atacama y una estrepitosa caída por 5 a 0 en Calama volvió a darle vida a los fantasmas que atentan contra el retorno naranja a Primera División.
Pero queda la sensación de que como nunca, esta vez se estuvo más cerca, una expectativa que vuelve a forjarse con la confirmación del director técnico y la base de jugadores que volverán a intentar el esquivo objetivo en 2023.