Bolsonaro viajó a EE.UU. en la víspera del cambio de mando
BRASIL. El mandatario hizo una transmisión por redes sociales pidiendo "no dejar de hacer oposición", sin dar atisbo de que horas más tarde se marcharía.
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien será sustituido en el poder por Luiz Inácio Lula da Silva el domingo, partió ayer hacia Estados Unidos, poco después de dirigirse a sus seguidores y pedir una dura oposición al próximo Gobierno, aunque pacífica, mientras Brasilia era blindada ante amenazas de grupos radicalizados.
Previo a viajar hacia Orlando en un avión de la Presidencia, el líder saliente rompió el casi absoluto silencio que mantuvo desde las elecciones de octubre pasado, pero no hizo alusión alguna a su intención de dejar el país antes de la toma de posesión del presidente electo, prevista para mañana.
De esa manera, Bolsonaro no cumplirá la institucional tradición del traspaso de la banda presidencial, un gesto apenas simbólico pero que ha sido respetado por todos los mandatarios desde que Brasil recobró la democracia, en 1985.
Fuentes oficiales confirmaron a Efe que a cargo del Gobierno quedó el vicepresidente, Hamilton Mourao, como es usual cuando el mandatario viaja al exterior.
Al cierre de esta edición, Bolsonaro ni el Gobierno habían dado detalle alguno sobre el viaje, pero de acuerdo con fuentes de su entorno personal citadas por la prensa local, su intención es pasar al menos tres meses fuera del país.
Antes de partir, instó a sus seguidores a mantenerse firmes contra Lula en un directo por sus redes sociales, transmitido en sus últimos momentos en la residencia oficial de la Presidencia.
"No vamos a creer que el mundo acaba este 1 de enero" con la investidura de Lula, declaró Bolsonaro sollozando, y pidió a quienes lo apoyan "no tirar la toalla ni dejar de hacer oposición", aunque de forma pacífica y dentro del marco constitucional.
El pronunciamiento duró poco más de una hora y Bolsonaro no terminó de reconocer su derrota en las elecciones ni felicitó a Lula.
Por el contrario, insistió en que fue "víctima" de una justicia electoral "que no fue parcial" y que, en su opinión, favoreció al líder progresista con diversas decisiones.
Reiteró que su "libertad" y la de los grupos que lo apoyan fue "cercenada" y se les "impidió" denunciar los fallos que, según insiste, tiene el sistema electrónico de votación que se utiliza en Brasil desde 1996.
Sin citar a Lula por su nombre, auguró que "el nuevo Gobierno que viene ahí va a crear muchos problemas" y le va a "imponer al país una ideología nefasta que no resultó en ningún lugar del mundo".
También justificó las manifestaciones que mantienen activistas a las puertas de los cuarteles, donde exigen impedir la investidura de Lula .
En su opinión, son una "reacción" a un proceso electoral que "no tuvo toda la transparencia", lo cual llevó a "una masa de personas a tomar las calles y protestar".
Subrayó que él no convocó esas movilizaciones, pero insistió en que se trata de "una protesta pacífica, ordenada, que respeta las leyes" y constituyen "una manifestación espontánea del pueblo".
Se desmarcó, sin embargo, de algunas acciones violentas que han sido atribuidas a algunos de esos grupos que protestan, entre las cuales figura la colocación de una bomba en un camión cisterna que se dirigía al aeropuerto de Brasilia y que fue desactivada a tiempo por la policía.
"No queremos un Brasil peor", pero "tenemos que respetar nuestra ley y la Constitución", afirmó. El lema "Dios, Patria, Familia y Libertad no se va a perder" y debe ser a partir de ahora la guía "de todos los patriotas" que quieren "el regreso de un país con orden y progreso", concluyó.