El streaming alimenta la nostalgia por el videoclub
Netflix estrenó "Blockbuster", divertido sitcom ambientado en la última tienda de la cadena de arriendo de videos. Un homenaje al pasado que encierra la paradoja del verdugo que aplaude a su víctima.
Pareciera que fue hace poco. El olor a cabritas, los televisores encendidos a todo volumen, la calidez de las alfombras, las recomendaciones del equipo, la nobleza de las cintas de VHS, el buzón de devoluciones. El videoclub, particularmente Blockbuster, fue un mundo entrañable, que Internet, y luego el streaming, se llevaron sin piedad. Un centro social de recomendaciones cinematográficas inserto en el corazón de las ciudades como cualquier espacio prioritario para el desarrollo humano. Una vivencia vintage que ahora la televisión digital homenajea para alimentar la cultura de la nostalgia que se ha instalado en la pantalla desde hace un buen tiempo.
El sitcom "Blockbuster" -estrenado el jueves pasado en Netflix- es otra apuesta más de Vanessa Ramos, showrunner que en 2015 lanzó la serie "Superstore", centrada en los empleados de una multitienda. La ecuación es ahora parecida porque las dinámicas laborales transcurren en la última tienda Blockbuster en pie en Estados Unidos, un espacio de decadencia y resistencia que sobrelleva el embate de los nuevos tiempos. Vale mencionar como dato curioso que detrás de la producción está la marca Blockbuster que, tras la muerte del negocio, se ha reinventado organizando campeonatos de videojuegos, entre otras iniciativas.
La producción está inevitablemente basada en la última sucursal de la cadena que aún existe en Bend, Oregon (inspiró un documental de 2020 titulado "The last Blockbuster"). En la ficción, es administrada por Timmy Yoon (Randall Park), un entusiasta por el cine que trabaja en el local desde los 12 años de edad. El equipo también incluye a Eliza, una chica que junta dinero para arrendar un departamento tras su separación y a Carlos, un joven aspirante a cineasta que sueña con convertirse en Quentin Tarantino (quien, como se sabe, se formó cinematográficamente trabajando en un videoclub), entre otros trabajadores.
La comedia de situaciones se instala desde el comienzo. Un viejo cliente regresa después de 3 años de ausencia. Timmy Yoon le pregunta qué ha sido de él. La respuesta es un golpe de realidad: "He estado viendo Netflix, como todo el mundo". ¿Qué lo trae de regreso? Resulta que el algoritmo le recomienda un programa de gastronomía que él no puede ver porque su ex lo abandonó por un chef que conoció en Facebook. ¿Qué película podría ayudar a sanar su corazón roto? "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", "Alta fidelidad", sugiere Carlos, recordándonos que el fuerte del videoclub era la recomendación boca a boca. El primer capítulo instala también el conflicto: el negocio del arriendo de videos está muriendo. Timmy Yoon y su equipo organizan entonces una fiesta para reclutar clientes y aumentar la membresía.
"Blockbuster" tiene el encanto básico que le pedimos a un sitcom. No habrá carcajadas ni reflexiones sobre el paso del tiempo, tampoco innovaciones sobre el género, pero sí situaciones graciosas, bromas que sacan pequeñas sonrisas, referencias a películas y una excusa para volver atrás a los tiempos de las tecnologías obsoletas. La paradoja es llamativa. Que el streaming nos lleve a los tiempos del videoclub es comparable a un verdugo que honra a su víctima.
"Blockbuster", el sitcom de un club de video a punto de morir, fue estrenado el jueves que pasó en netflix.
En resumen
"Blockbuster" es una serie de 10 capítulos.
Por Andrés Nazarala R.
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