Crisis de representatividad
"En la elección de los constituyentes aludidos, hubo la más baja participación ciudadana desde el plebiscito del sí y el no del año 1988".
Asumiendo que la democracia es la mejor forma (o la menos mala) para generar propuestas y tomar decisiones políticas en una sociedad y que acorde a ello, en concordancia a un principio de funcionalidad, tenemos en lo principal un sistema de democracia representativa, elegimos a nuestros representantes políticos.
Pues bien, en el contexto de haber recuperado la democracia hace 33 años, el último hecho significativo de nuestra vida política fue el rechazo ciudadano, en base al voto obligatorio, del texto de una propuesta de nueva constitución redactada por los constituyentes previamente elegidos. ¿Qué fue lo que se rechazó exactamente? No sabemos pues en el voto solo se rechazó el conjunto y no sus partes, sean del proceso de redacción o partes específicas del texto. Ante ello los actuales parlamentarios están dando diversas interpretaciones a lo que fue la voluntad de aquellos que votaron rechazo haciéndolo cada cual desde sus particulares ópticas políticas.
El hecho objetivo del proceso constituyente y que resalto en esta columna de opinión, es que, en la elección de los constituyentes aludidos, hubo la más baja participación ciudadana desde el plebiscito del sí y el no del año 1988. Ello lo fundamento en la cantidad de personas que fueron a sufragar en relación con la población mayores de 15 años. Hablo de la población mayores de 15 años pues de ello hay estadísticas del INE y de los votantes, en el SERVEL. En base a ello me es posible afirmar que los constituyentes elegidos no tuvieron la debida representatividad ciudadana y por lo mismo sus propuestas fueron rechazadas. Para mi esa es la interpretación correcta.
La baja de la participación ciudadana fue un proceso que paulatinamente se fue desarrollando desde el sí y el no para llegar al mínimo ya señalado, tendencia que fue dejando anémica de votantes a nuestra democracia. Esta anemia poco a poco se fue manifestando y ha seguido presente en todos los procesos eleccionarios (véase columna publicada el 9 de septiembre) incluida la elección de los actuales parlamentarios. Ello también puede explicar porque en las encuestas de los últimos años el parlamento aparece como la peor o casi la peor institución en términos de evaluación ciudadana. Sin embargo, parte de estos parlamentarios pretenden poner una serie de limitaciones a los futuros nuevos constituyentes en cuanto a qué o no escribir en la propuesta de nueva constitución, incluso pretenden ser los protectores de dicho proceso.
Si realmente nos definimos como demócratas y queremos enmendar errores lo que realmente corresponde es que, en base al voto obligatorio, el pueblo de Chile, es decir sus ciudadanos, elijan primero a aquellos que redactarán la nueva propuesta de constitución y que ese mismo pueblo luego la apruebe o rechace. En ello no corresponde poner bordes o limitaciones de contenido. Así superaremos la crisis de representatividad.