Rodrigo Ramos Bañados
Los campamentos o barrios transitorios con el nombre "Luz Divina", sector La Chimba Alto, y un número que los distingue del otro, se encaraman hacia el cerro, uno a uno, por los costados de un serpenteante camino que conduce hacia la Quebrada de la Chimba. En la madera de la última casa ubicada en lo alto, una suerte de sede social del "Luz Divina 8", donde se extiende una cancha de fútbol, está pintada una frase que, por el mensaje, llama la atención a quien transite por ahí: "Fuerza padre Felipe Berríos, estamos contigo".
Es asunto de preguntar a cualquier persona que transite por las calles de tierra del sector donde predomina el amarillo de los paneles de madera para conocer de primera mano la influencia del sacerdote jesuita Felipe Berríos en el barrio. Berríos se mantiene suspendido de sus funciones tras abrirse una investigación previa canónica, en mayo pasado, por "actos de significación sexual". Los pobladores ya pasaron alrededor de cuatro meses sin el liderazgo del jesuita, lo que se nota, según dicen, en la cotidianidad de un sector de campamentos habitados principalmente por extranjeros, en su mayoría, colombianos y bolivianos.
Ausencia evidente
Desde la puerta de su casa, en el "Luz Divina 8" donde juegan unos niños, Melissa Granja, colombiana de Buenaventura, afirma que se ha evidenciado la ausencia del sacerdote, principalmente por su liderazgo conocido por todos y todas; "aquí lo que tenemos ha sido producto de la organización y la disciplina. El padre era el rostro del sector. De ahí que su figura se extrañe más allá que a algunos le molestara que fuera exigente y crítico. En general, ahora que no está incluso la policía se pasea menos, ni tampoco llegan las autoridades".
Un antejardín adaptado como comedor donde se expenden alimentos, principalmente comida boliviana y colombiana, y una mujer que vende mensajes a celular por WhatsApp componen una imagen de mediodía de domingo, en una de las esquinas donde confluyen dos extensiones de los "Luz Divina".
La mujer del celular, Adriana Colque, boliviana, cuenta que presta una servicio de comunicación a bajo costo para los vecinos que no tienen red de celular y que al menos no le va mal con el negocio, dice. Antes de responder del sacerdote piensa un rato. Luego reconoce que desde que Berríos permanece ausente en el sector hay un poco más de relajo, pues éste, a juicio de la mujer, era quitado de bulla y no le gustaba que los vecinos hicieran fiestas, ni metieran bulla por ejemplo. "En su campamento, el Luz Divina 6, las cosas siempre andan ordenadas. Era un ejemplo, lo que a veces generaba envidia en otros campamentos, pero una envidia sana", asevera.
Apoyo
En el "Luz Divina 8", donde hay once viviendas levantadas y que pronto llegarán hasta 50, la tarde de domingo pasa lenta. El agua hay que comprarla, afirman. Afuera de una casa donde comparte una familia afrodescendiente proveniente de Colombia, afirman que la vida no es fácil aquí arriba, cerca del cerro, pero todo es más tranquilo que de donde provienen. "El padre para nosotros como extranjeros ha sido un apoyo fundamental. Nos recibió muy bien en La Chimba, no sé si en otros lugares fuera lo mismo, pero aquí el nos apoyó", dice Duvan Rivera, oriundo de Cali.
Robinson Cortés, también de Cali, desde la puerta de su casa a medio construir comenta que "la verdad es que llegamos a la iglesia a compartir con la vaina del barrio. Después que pasó eso, uno lo echa de menos porque las misas no son iguales como antes, por la misma amabilidad del padre. Doña Chana -quien acompañaba al padre en la misas- no es la misma. Con el padre era todo distinto. La verdad que se echa de menos mucho al padre, por muchas cosas y todo lo que hacía. El era el empuje de todo esto, el motor como se dice y que no esté se nota".