Hernán Rivera Letelier
Su propia autodefinición de un poeta que escribe novelas lo retrata de manera fiel y es lo que quisiéramos interpretar siempre: buscar belleza en lo agreste y desconocido. Rivera es un embajador del Norte, un embajador del país y su distinción es motivo de algría inmensa para una sacrificada generación de nortinos.
El copiapino Salvador Reyes y el taltalino Sady Zañartu, se encuentran entre los muy pocos autores distinguidos con el Premio Nacional de Literatura, una distinción bastante esquiva para las letras nortinas, de modo que la distinción entregada a Hernán Rivera Letelier es tanto un reconocimiento personal, como un hito de Justicia a nuestro Norte.
Antofagasta, en particular, ha sido generosa en maestros de la palabra y la escritura. Andrés Sabella es el nombre más conocido, quizás el punto más alto; el doctor Antonio Rendic -Ivo Serge-, pero en la actualidad contamos con personalidades de renombre en la Academia Chilena de la Lengua: Antonio Skármeta, Osvaldo Maya Cortés y Patricia Bennett Ramírez, son nombres que encontramos en la centenaria organización.
Es indispensable ubicar a Rivera Letelier en este contexto potente, que considera la construcción de buenos relatos, la reflexión y la belleza de las letras. Es por ello que sus obras han sido llevadas al teatro, al cine e incluso a la ópera con el sociólogo Alberto Mayol.
El antofagastino ha hecho carrera con la poesía, los cuentos, pero especialmente con la novela. Su paso por la Pampa fue fundacional y desde ese recuerdo ha retratado y puesto en valor a un espacio que ya no existe en lo físico, pero permanece en la palabra. En 1994 se quedó con el primer lugar en el Concurso de Cuentos para Escritores de la Pampa con el relato "La histrionisa del amor", desarrollado por la Universidad Católica del Norte y también el Concurso del Consejo del Libro, con la sorprendente "La Reina Isabel cantaba rancheras". Desde entonces ha desarrollado una carrera inagotable en imaginación pampina donde resalta una característica patentada en su clarificadora autodefinición de poeta escritor de novelas.
La capacidad de Rivera ha sido llevar estas historias a todo el mundo con enorme éxito. Es uno de los chilenos más reconocidos a nivel planetario, detalle del cual el hombre de 72 años es consciente, pero que no ha interrumpido su modesta y llana existencia. Todos lo hemos visto compartiendo una palabra, entregando un testimonio, siempre lejos de la soberbia o el divismo.
El autor ha paseado el desierto chileno por el mundo, eso es un hecho y es fenomenal que por medio de las ficciones eso se conozca en distintas culturas. Rivera es un embajador del Norte, un embajador del país y su distinción es motivo de alegría inmensa para una sacrificada generación de nortinos.