El retorno a clases no ha sido fácil y es una tarea que está tratándose de resolver desde el año pasado con aún varios factores que han provocado elevadas cifras de ausentismo en las salas de clases. Según un informe del Mineduc, en la Región el 40% de los escolares están en una condición de inasistencia grave, lo que sin duda es una muy mala noticia para la formación.

La principal razón sería el temor de los padres y apoderado de que sus hijos se contagien con covid-19 en las aulas. Por ello prefieren mantenerlos en casa hasta que la situación esté más controlada y estén inmunizados contra el virus.

Aún siguen los temores a los contagios y pese a que este año la variante que predomina ha sido menos agresiva que las anteriores, persiste la desconfianza en que contraigan el virus y puedan enfermar a los adultos con quienes comparten vivienda.

Si a ello le sumamos que no existe certeza que podrán superar la enfermedad sin secuelas y no están vacunados con los refuerzos necesarios se entenderá la razón para no cumplir con los planes educativos de modo presencial.

El porcentaje de vacunación en menores de la región no está en los niveles adecuados para volver a clases. Quizá el segmento más complicado es el que se encuentra entre los 3 y 11 años, donde el porcentaje de quienes han recibido las dosis recomendadas apenas supera el 3%.

El llamado de las autoridades sanitarias es a los padres para que concurran a los centros de vacunación y cumplan con el esquema completo. Esta inmunización les dará más tranquilidad al momento de enviar a sus hijos a los colegios, pero se debe entender que la presencialidad es importantísima y que se deben hacer los esfuerzos para que los escolares asistan a los colegios.

La educación no es solo impartir contenidos, también es lograr que los niños y niñas aprender a relacionarse con adultos (profesores) y sus compañeros, cultivando la sana convivencia y superando los problemas relacionales que puedan existir en la etapa de crecimiento.

Profundizar los alcances de la vacunación será fundamental para disminuir los niveles de inasistencia especialmente en los más pequeños.

La contaminación ambiental, es una de las situaciones más preocupantes en la actualidad y a la vez uno de los más polémicas. A pesar de los hechos y evidencias innegables de las graves consecuencias de los comportamientos del hombre en el medio ambiente, las opiniones se dividen y aún hay un gran sector que cree que la contaminación no es un asunto del que debamos preocuparnos porque afectaría solo a las generaciones futuras. Nada más equivocado y profundamente egoísta.

El tema no es algo nuevo, se podría afirmar que hoy en día su estudio requiere una especial importancia. ¿Por qué? Simplemente porque ahora más que nunca el hombre contamina cada vez de maneras más diversificadas. La nociva contaminación no es un fenómeno exclusivo de hoy en día, siempre ha existido, es en parte, desafortunadamente inherente a las actividades del ser humano. Sin embargo, en años recientes ha brutalmente aumentado.

Varios estudios realizados por expertos han demostrado que la contaminación del aire, del suelo, de los ríos y del mar en los últimos cien años ha sido mayor que la que se dio en siglos anteriores. Sin embargo, agravando lo anterior, este último tiempo se ha agregado la peor contaminación, la de los ambientes sociales, que como "mortal peste", está destruyendo los ambientes de trabajo, los círculos sociales, incluso el baluarte de la sociedad; la familia. La toxicidad social, ha irrumpido con fuerza a través de las mal ponderadas redes sociales, medios de comunicación masiva mal orientados, e intervenciones incluso personales, de personas que se autodenominan equivocadamente "bien empoderadas" y cuyas intervenciones, sólo logran sembrar vulgaridad, desconcierto y molestia colectiva.

Ensuciar de toda forma el hábitat natural del ser humano es como intentar destruir nuestro propio hogar. Si ensuciamos el aire nuestros pulmones se verán afectados; en las grandes ciudades donde existe un exceso de polución en la contaminación del aire, sus habitantes son más propensos a contraer problemas respiratorios graves. Por otro lado, si continuamos ensuciando los climas de trabajo, el ambiente social mundial y nacional, el daño socioemocional será de una consideración y resultados impensables.

Una de las consecuencias más graves de la contaminación emocional, se traducirá cada día en mayor agresividad, menor capacidad de tolerancia, insatisfacción con todo y así corremos el riesgo de terminar viviendo en un mundo cada día más hostil y con una salud mental muy deteriorada. El desasosiego social, está carcomiendo nuestro mundo. No esperemos que la solución se generé con una "varita mágica", aportemos cada día una palabra amable, una acción solidaria, "un gesto amable no cuesta nada…" pero aporta mucho a humanizar la trizada sociedad actual.

En más de una ocasión, he dicho, que sólo perpetuaremos nuestro recuerdo de vida haciendo buenas obras, generando un buen clima social, donde predomine el amor por la vida, el respeto a los demás, la verdadera conciencia social. Sin duda que esos serán los trozos de nuestra existencia mejor invertidos.

"Aportar a un buen vivir, es saber la diferencia entre lo que puedes hacer y lo que es correcto de hacer…".