Hace algunos días que la Región de Antofagasta es la que registra la mayor cantidad de casos diarios de covid en el país y la positividad se eleva casi al 25% de los testeos. Esto último significa que de cada cuatro personas que se someten al test, una de ellas arroja positivo, lo que es una cifra muy alta si miramos que en algún momento creímos que la pandemia por coronavirus era parte de un triste episodio de nuestra historia.

El virus cada cierto tiempo se encarga de recordarnos que no se ha ido y que pese a ser menos agresivo si no hay cuidado puede ocasionar estragos tan graves como los conocidos a mediados de 2020. Allí las muertes se contaron por decenas y los casos graves provocaron un gran estrés en los funcionarios de la salud, del que aún no se recuperan.

De gran importancia ha sido la alta vacunación entre los habitantes de la zona. Está más que comprobado que la inmunización ha reducido la cantidad de cuadros graves y, por supuesto, los decesos. No obstante, seguimos con un grupo vulnerable al que se debe cuidar, sin contar los que por voluntad propia decidieron no vacunarse.

Qué recomiendan los especialistas. Lo mismo desde los días más complejos y que es ser responsables con el autocuidado y no acudir a lugares donde se producen aglomeraciones de personas.

Claramente todas esas recomendaciones y medidas como el buen uso de la mascarilla, frecuente lavado de manos, ventilación de los espacios cerrados y distanciamiento social, se habían olvidado con la disminución de los contagios, escenario que hoy cambió y que nos obliga a retomar las restricciones.

Es difícil que volvamos a vivir cuarentenas, pero si se produce un desbande en los contagios nadie las descarta. Sería volver a momentos que nos evocan desesperación y angustia.

Mañana los estudiantes vuelven a clases, la movilidad aumentará y con ello la posibilidad de contagios como ocurrió antes de las vacaciones de invierno. La obligación es por consiguiente ser responsables para que entre todos podamos sortear esta quinta ola que enfermó a quienes habían escapado del virus y recontagió a quienes se creyeron inmunes después de la primera vez.

Debemos seguir con el autocuidado o si no enfrentaremos una oleada que se nos puede escapar de las manos.

El 28 de agosto de 1963, en medio del periodo más álgido de la historia norteamericana en la lucha por los derechos civiles de la población de color, tuvo lugar uno de los discursos más recordados y de mayor alcance hasta ahora en la lucha por la igualdad entre los pueblos. Ese día, a los pies del monumento al presidente Abraham Lincoln y amparados en su simbólica sombra, el pastor bautista doctor Martin Luther King pronuncia el discurso que por años será celebrado y recordado como "I have a dream", donde proyecta su sueño por un mundo mejor, más justo y donde todos quepan sin exclusiones.

Este discurso, tal como lo predijo, pasó a la historia como la mayor manifestación por la libertad en la nación del norte. En uno de sus pasajes, el líder de los derechos civiles señala que al momento en que los arquitectos de la república escribieron las magníficas y potentes palabras de la Constitución Política, estaban firmando un pagaré del que todo ciudadano era heredero, una especie de cheque que garantizaba los derechos a la vida y a la libertad de los ciudadanos y que era la sociedad quien debería garantizar que ese cheque tenga los fondos necesarios para cobrarse y que no sea devuelto con el vergonzoso rótulo de "sin fondos", defraudando a todos los que tenían la confianza puesta en ese justo cobro.

Hoy en que, como país, estamos viviendo un momento crucial respecto de la aprobación de la propuesta constitucional realizada por la Constituyente elegida democráticamente para ello, cobran mucho sentido las palabra de Luther King al preguntarnos si frente a esta propuesta, están o estarán en el futuro los fondos suficientes que avalen la promesa de ese pago futuro. Cabe preguntarnos legítimamente ¿están dadas las condiciones o las estarán en el futuro, tal que se puedan cobrar las promesas de los derechos, de las grandes transformaciones sociales, de los nuevos modelos de producción y desarrollo y de un ecosistema social-productivo con marcado énfasis ecológico, paritario e inclusivo contenidas en el texto propuesto? Como ciudadanos preocupados por el devenir histórico de nuestro país esperamos que así sea, por el futuro y bienestar de los próximos 40 años y de las generaciones que los vivirán.

Sin dudas es nuestro deber y responsabilidad trabajar, cada uno desde su trinchera, porque las condiciones sociales, culturales, políticas y económicas del país faciliten que las próximas generaciones puedan cobrar ese cheque, tal como ocurrió en el país del norte. Y hoy más que nunca, es deber y responsabilidad estudiar para participar informadamente en el o los actos democráticos para elegir el texto constitucional que marcará el devenir del país de las próximas décadas.'

El Padre Nuestro, oración que identifica al cristianismo, nos ofrece el evangelio de este domingo. Suplica que expresa el nuevo modo, que nos trae Jesús, de relacionarnos con Dios. No se puede reducir a una oración de petición, también es una especie de puerta de entrada a un novedoso vínculo con Dios y síntesis de los lazos que el ser humano tiene con el Padre, con los demás y consigo mismo.

Los discípulos, al ver a Jesús en oración, le piden que les enseñe a hablar con Dios, Jesús le responde: "Cuando oren digan así: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano…" (Lc.11,2). En esta oración, Jesús nos hace partícipe de su relación con el Padre, como el nuevo paradigma con esa realidad que es principio y fundamento del ser humano.

La liturgia católica pone esta oración en nuestros labios en el momento en que nos preparamos para el plebiscito, del 4 de septiembre, donde los chilenos debemos aprobar o rechazar la propuesta de una nueva Constitución para Chile. El debate público de estas semanas muestra que el texto propuesto no ha concitado una aceptación amplia y transversal, lo que significa que nos enfrentamos a dos posiciones fuertemente tensionadas entre sí, que hace compleja la decisión de los ciudadanos. Por lo mismo es necesario un discernimiento informado y un voto en conciencia, poniendo siempre por delante el bien común del país.

Es muy esperanzador el compromiso de garantizar una amplia gama de derechos fundamentales, sociales, medioambiente y reconocimiento de los pueblos originarios. No podemos decir lo mismo de las normas que permiten la interrupción del embarazo y que deja abierta la posibilidad de la eutanasia, las que desfiguran la comprensión de la familia, las que restringe la libertad de los padres sobre la educación de sus hijos y la libertad religiosa. Es de mayor gravedad moral la introducción del aborto, que el texto de propuesta constitucional denomina derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, (Art. 61). Entendiendo que hay, a veces, situaciones complejas en las que se engendra una nueva vida, no debemos olvidar que el embrión, es un ser humano al que se le debe reconocer los derechos inalienables de la persona, y "no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana" (E.G. N°214)

Este es un momento crucial de nuestra historia. Invitamos a que nadie se reste de conversar, estudiar, dialogar, y rezar en comunidad sobre el futuro que esperamos y queremos para nuestro país. Sigamos confiando en el Dios que nos revela Jesús y a quien nos dirigimos en el diálogo orante para encontrar siempre los mejores caminos para el buen vivir.