La aparición de nuevos delitos
Sicariato, secuestros, ajusticiamientos, lapidaciones, crimen organizado en drogas y robo de cobre, recrudecen en la zona norte. Lo cierto es que el país ofreció el caldo de cautivo que sirvió para generar esta crisis de seguridad que atraviesa a todas las regiones. Y, lo que preocupa es que no se haya avanzado en encontrar el modo de combate antes que se entre por un camino sin retorno.
No hace mucho se debatía sobre el temor ciudadano por la falta de seguridad. Esta es la principal preocupación en nuestra región, porque se sienten vulnerables ante el aumento de la delincuencia y el grado de violencia que se utilizan en la perpetración de ilícitos. El uso de arma de fuego se ha masificado y las muertes violentas remecen a los vecinos de los distintos sectores.
El diputado Jaime Araya puso la voz de alerta respecto a la llegada de nuevos delitos, mucho más violentos y con un actuar sobre seguro que se ha detectado en la llamada Macrozona Norte.
El sicariato, secuestros, ajusticiamientos, lapidaciones, crimen organizado en drogas y robo de cobre son algunos de ellos. La coincidencia entre todos, aparte de aumentar, es que ya no actúan al amparo de la oscuridad y cada vez con mayor desparpajo.
La realidad en esta parte del país es grave y por ello requiere ser enfrentada a la brevedad y con las herramientas que sean necesarias. Dotar a las policías y a la Fiscalía de los insumos técnicos y humanos para que el combate sea efectivo.
Si coincidimos que tras ellos está el crimen organizado se entenderá que no solo basta con instruir, es gravitante definir una política estatal, una estrategia tendiente a recuperar la tranquilidad en las comunas nortinas.
Es preocupante constatar como en pocos años los criminales encontraron el escenario propicio para expandir sus delitos, cambiar sus modus operandi y poner en jaque el actuar de las policías y el Ministerio Público. Sus crímenes, por lo general, terminan sin encontrar a los culpables o llegan al eslabón más simple de esta cadena delictual.
Lo cierto es que el país ofreció el caldo de cautivo que sirvió para generar esta crisis de seguridad que atraviesa a todas las regiones. Y, lo que preocupa es que por diversas razones no se haya avanzado en encontrar el modo de combate antes que se entre por un camino sin retorno.
Se espera que las autoridades encargadas de la seguridad en el país pongan el acento en lo que está ocurriendo y definan prontamente qué hacer. Peligrosos carteles ya han extendido sus tentáculos a esta parte del continente en la búsqueda de encontrar mejores escenarios para desarrollar sus negocios ilícitos.
Basta de decisiones sin el carácter suficiente o timoratas, porque si no hay firmeza en la aplicación de las leyes y defensa de la paz ciudadana, después no habrá tiempo para los arrepentimientos.