Calama, tierra de esfuerzo y sacrificio
"Este breve relato es un reconocimiento a los soldados que con esfuerzo y sacrificio, sirven a Chile desde Calama con virtud y patriotismo".
Son las dos de la madrugada. El frío, la camanchaca y los nervios acechan a los soldados. Es 22 de marzo de 1879 y las tropas alcanzan las alturas de la sierra Limón Verde. El comandante de las fuerzas, coronel Emilio Sotomayor entrega las últimas instrucciones a su Estado Mayor y comandantes, entre los que se encuentran Rafael Vargas de Cazadores a Caballo, Juan José San Martín del 4º de Línea y Eleuterio Ramírez del 2º de Línea.
Los soldados reciben su ración de frijoles calientes y alistan todo para iniciar el avance sobre Calama. El pueblo era un enclave estratégico donde convergían todas las rutas desde diferentes puntos. Luego, los caminos los conducían hacia la costa. Estaba provisto de buen afrecho para el ganado y su tierra era rica para diferentes plantaciones. Sin duda era un objetivo estratégico a conquistar para asegurar la retaguardia del Ejército del Norte que se preparaba en Antofagasta y alrededores. Nunca pensaríamos que años más tarde, el área sería uno de los principales proveedores de cobre del mundo.
La arenga de Sotomayor es elocuente e inspiradora:
"Soldados: Han principiado a soportar las fatigas del desierto, y veo con satisfacción que lo hacen con la estoica resignación que caracteriza al soldado chileno.
Son la salvaguardia del honor de nuestra patria. No necesito recomendarles la moderación, porque bien sé que tal virtud es peculiar a los valientes. Sean magnánimos con el enemigo vencido; pero rechacen con toda energía cualquier agresión que se les haga".
La marcha la inicia la vanguardia de Cazadores a Caballo para impedir toda comunicación con el enemigo y cortar la retirada de los caminos que conducen a Tocopilla, Cobija, Chiu-Chiu y Santa Bárbara. Le siguen las compañías del 2º y 4º de Línea que toman la ofensiva por el flanco derecho e izquierdo.
Son las 5 de la mañana y la columna avanza sobre Calama. Todavía es oscuro y no hay certezas de lo que sucederá. A las 7:30 el alférez Juan de Dios Quezada y sus jinetes reciben los primeros disparos de la tenaz defensa. Rápidamente entra en acción el bravo capitán San Martín quien enfrenta al héroe boliviano Eduardo Abaroa. En un justo reconocimiento, Abaroa luchó sin cesar y tras su célebre consigna "que se rinda tu abuela... carajo", cayó en combate.
Con el pasar de las horas, se comienza a ver una leve ventaja para las fuerzas chilenas. Rafael Vargas con sus jinetes empuja la defensa por el flanco izquierdo. Mientras tanto, el comandante Arístides Martínez con sus 30 mineros, pontoneros improvisados, lanzan un puente sobre el río en tan solo 7 minutos, por el cual pasó una compañía del 2º de Línea, unidad que era apoyada por una pieza de artillería, quienes ayudaron a la maniobra del sargento mayor Vargas.
Las fuerzas siguen empujando por ambos flancos y la defensa de Calama comienza su repliegue hacia Chiu-Chiu y otras localidades del interior. Rápidamente la caballería comienza la persecución y tras dos horas de intenso combate Sotomayor informa que Calama pasa a constituir parte del territorio nacional.
Ricardo Kaiser Onetto
Oficial de Ejército