Antigua deuda con los pueblos andinos
Esta semana la ausencia de un buen servicio de agua potable en San Pedro de Atacama, con reiterados cortes, reflotó la necesidad de mejorar el abastecimiento rural regional. Una expansión de la sanitaria o una concesión para concretar una planta de tratamientos y abastecimiento que responda al crecimiento de la principal comuna turística de la Región.
Durante esta semana hizo crisis un antiguo tema en San Pedro de Atacama y que no se ha resuelto pese a la modernidad presente en el país y a su importancia en el rubro turístico. Se trata del abastecimiento de agua potable el que aún se realiza a través del tratamiento de una fuente cordillerana, pero que es salobre y con presencia de agentes contaminante que deben eliminarse para el consumo humano.
Lo diferente es que el proceso se realiza a través de una cooperativa, la que se encarga de la provisión y el cobro del consumo.
Hasta allí todo bien, pero el funcionamiento de la cooperativa no ha estado siempre a la altura de los requerimientos y ello ha terminado en desabastecimiento. Y, lo segundo, es que el crecimiento de los últimos años ha complicado contar con los volúmenes necesarios y la demanda hace que colapsen los actuales sistemas.
Es allí que individualizamos la deuda estatal con San Pedro de Atacama y los poblados andinos de la Región. El abastecimiento de agua potable y alcantarillado debería estar resuelto. Una expansión de la sanitaria o una concesión para concretar una planta de tratamientos y abastecimiento que responda al crecimiento de la comuna, son soluciones que se deben analizar.
De no funcionar la concesión, la obligatoriedad es que se invierta en sistemas de tratamiento y abastecimiento en todas sus etapas. Captación, tratamiento, purificación y distribución a todos los puntos.
Un problema que también se vive en otros asentamientos del interior de la provincia, los que han visto como ha disminuido su población por la falta de los suministros básicos. Situación que fue expuesta por el convencional constituyente Félix Galleguillos, quien insistió que este proceso debe revertirse privilegiando los acuíferos para el consumo humano, agricultura y ganadería.
Esta es una batalla que debiera liderar el gobierno regional con la ayuda de los municipios de la provincia El Loa. Pero es una tarea impostergable y que no requiere más discusiones de las que conocemos por más de dos décadas. Es momento de actuar con autoridad para resolver problemas de antigua data, que no deberían existir en pleno Siglo XXI, y menos en una región tan pujante como lo es Antofagasta.