"Antofagasta es una ciudad que florece muy diferente a lo que pasa con Calama"
ANTOFAGASTINIDAD. Eva Colque, trabajadora social Hospital de Calama.
Eva Colque, trabajadora social de la Universidad de Antofagasta, es una mujer fuerte y comprometida con su labor en la salud pública. Su vocación para ayudar al prójimo se traduce en más de 30 años de labora ininterrumpida en el hospital de la comuna. La destacada profesional hace un llamado a las nuevas autoridades para desarrollar proyectos que mejoren la calidad de vida de todos los loínos.
¿Cómo recuerda el Calama de antaño?
-Viví siempre con mis padres y tenía una gran familia. El Calama antiguo para mí evoca mucha felicidad, porque con mi familia siempre íbamos al río. Éramos de hacer paseos y de juntarnos mucho. Eran otros tiempos. Se podía estudiar sin problema en las escuelas públicas, donde todos estábamos integrados, los hijos de los obreros, del funcionario público y los con mejor situación económica. Era una vida igualitaria, sin segregaciones o por lo menos yo así lo sentía. Con los vecinos nos juntábamos todos para las navidades, adornábamos las calles, se hacían actividades para las fiestas patrias, íbamos de paseo al río, era una gran comunidad.
¿Cómo nació la vocación de servicio en el área de la salud?
-Fue algo del destino. Yo tenía una compañera de la universidad que trabajaba en el hospital y cuando hubo una vacante me avisó, y postulé. Me acuerdo que recién había nacido mi hija y fue difícil dejarla. Empecé en un mes de agosto a trabajar y no paré más. Llevo 31 años trabajando en el Hospital de Calama. Ha sido mi casa y mi vida, donde me convertí en lo que soy hoy.
¿Cómo es la vida para quienes trabajan en esta área?
-Para mí es muy gratificante en lo personal porque me he sentido útil para mucha gente y eso me reconforta. Colaboro con muchas personas. He sentido el agradecimiento y me siento cercana a la gente, sobre todo a los calameños. Estoy muy agradecida del trabajo que he podido desarrollar en el hospital. He conocido muchas personas con quienes hemos compartido por años.
¿Cómo le ha afectado la pandemia en el trabajo y en su vida habitual?
-Nunca dejé de trabajar. Hubo un tiempo que estuvimos con teletrabajo. Tuve mucho susto porque vivía con mi suegra, un adulto mayor con muchas patologías asociadas a su edad por lo tanto tuve que tomar muchas precauciones. El no salir y las restricciones también me afectaron, fue un cambio de paradigma, ya que el mundo cambió por completo. Las cosas ya no son como antes. Tenemos que vivir con mucha precaución y creo que esto todavía no se va a terminar.
¿Cómo le gustaría ver a la región del futuro?
-Hay una gran diferencia entre Antofagasta y Calama. Antofagasta es la ciudad donde estudié, es una ciudad que florece. La veo grande y hermosa, pero muy diferente es lo que pasa con Calama, está postergado, muy apagado. No ha crecido como todos quisiéramos, se han estancado las obras de desarrollo social y comunitario. Con mucha pena veo que se nos va a acabar el cobre, las mineras se van a ir y vamos a seguir igual. Creo que hace falta que las autoridades se comprometan con la ciudad y su gente.
¿Qué le falta a nuestra comuna para ser más acogedora?
-Hacen falta más lugares de esparcimiento. Hace falta mejorar la infraestructura de la ciudad como las calles. Que la gente se comprometa más con el aseo y las fachadas de sus viviendas o negocios comerciales. Faltan más lugares para recrearse. Solo está el río y los jóvenes ahora van a tomar bebidas alcohólicas a sus riberas y eso debe cambiar. Faltan espacios de encuentro para que la gente se junte en familia".