La carta de amor de Wes Anderson a una revista
"La crónica francesa" llegó el jueves a salas chilenas. Con un elenco que incluye a Bill Murray, Tilda Swinton, Benicio Del Toro y Timothée Chalamet, entre muchos otros, es su película mejor lograda a la fecha.
No hay término medio con el cine de Wes Anderson. Quienes consideran que es un esteticista desalmado que ha perdido la conexión con los seres humanos no tendrán puntos en común con los admiradores de sus puestas en escenas sofisticadas y su galería de personajes únicos. Más allá de los juicios, muchas veces incentivados por la moda, hay que reconocer que "La crónica francesa" -su última película, desde el jueves pasado en cines chilenos- es una experiencia cinematográfica imaginativa y envolvente.
El director de películas como "Los excéntricos Tenenbaum" y "El Gran Hotel Budapest", inventa ahora un suplemento llamado "The French Dispatch of the Liberty, Kansas Evening Sun" (un medio estadounidense instalado en París cuya inspiración fue el "New Yorker") y, como homenaje a la visión romántica del periodismo escrito, se encarga de narrar el contenido de la publicación. Todo esto con un golpe de nostalgia inmediata: el editor (Bill Murray) ha muerto y todo lo que veremos corresponde al último gran número de la revista.
El contenido incluye el obituario del fallecido, una crónica de viaje firmada por un tal Herbsaint Sazerac (Owen Wilson) y tres historias más extensas. La primera es narrada por la crítica de arte J.K.L. Berensen (Tilda Swinton) y aborda el caso de un artista (Benicio Del Toro), encarcelado por asesinato, que es apoyado por un comerciante de arte (Adrien Brody) que yace en la misma prisión por fraude.
El segundo relato, escrito por una tal Lucinda Krementz (Frances McDormand), mira hacia las revueltas estudiantiles de Mayo de 1968 y tiene como protagonista a un joven activista llamado Zeffirelli B. (Timothée Chalamet).
La última historia presenta a Roebucj Wright (Jeffrey Wright), un escritor homosexual afroamericano que vive en Francia. El relato involucra al comisario de la policía (Mathieu Amalric) y a un conductor de televisión (Liev Schreiber), entre otros personajes.
Lo anterior es, por supuesto, la reducción de relatos imposibles de sintetizar porque están cargados de detalles y esas conexiones omniscientes que a Anderson tanto le gustan. El suyo es un cine total en el que todo pareciera estar enlazado. También una caja de sorpresas que, en este caso en particular, combina los trazos escritos de la revista con dibujos, maquetas, escenas tanto en blanco y negro como en color, referencias estéticas, chistes de humor seco y las múltiples obsesiones visuales de un director que compone películas como si fuesen collages multidisciplinarios, artefactos complejos que despliegan historias que podrían ser infinitas.
Si la contrastamos con las primeras obras del cineasta, "La crónica francesa" luce completamente su distanciamiento de cualquier trazo de realismo para acomodarse definitivamente en el artificio. Wes Anderson filma películas que parecen dibujos animados. O, si se quiere, compone, con imágenes tomadas directamente de la realidad, libros audiovisuales de dibujos y textos que tienen el encanto de los recuerdos de infancia.
El medio de comunicación que wes anderson crea para "la crónica francesa" está inspirado en el new Yorker.
En resumen
"La crónica francesa" es el décimo largometraje del cineasta estadounidense.
Por Andrés Nazarala R.
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