Cuando Dios gobierna
"Nuestro Dios y Padre que bendijo Egipto y cuya misericordia alcanzó a otras comunidades, hoy nos alcanza a nosotros"
"Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer," (Gn.41-28) Faraón, le pidió a José que le interpretara los sueños, pero José le entregó Palabra de Dios. Faraón le pidió a José que le interpretara los sueños, pero nuestro Dios le cambió el sistema de gobierno. Faraón le pidió a José que le interpretara los sueños y Dios le dio a José como gobernador de toda la tierra. Faraón le pidió a José que le interpretara los sueños y Dios le dio prosperidad, bonanza y paz, más allá de sus fronteras, incluyendo la de Canaán.
Faraón pidió a José que le interpretara los sueños, y Faraón le dio a Jacob y a sus once hijos lo mejor de la tierra de Egipto, todo lo sujetó a él. Cuando Dios gobierna con sus hijos todo sabe a bien. Faraón, vio a siete vacas flacas que devoraban a las siete vacas gordas, le extrañó que a pesar de haber comido continuaban flacas de repulsivo aspecto. "Haga esto Faraón," divida la tierra en cinco partes y ponga gobernadores en cada una de ellas; José se explaya enseñando a Faraón y sabios un modelo de economía y gobierno que perduraría por años.
El plan de contingencia que llevó a cabo José, es digno de la mejor escuela. Contó con la cooperación y confianza de Egipto. Al llegar los siete años de hambre, la tierra y los demás pueblos comenzaron a sufrir gravemente como nunca antes por la ausencia de lluvia, pero el hambre, la aridez y la desolación no doblegaron a un gobierno que proveyó los alimentos de vida, la semilla para la tierra, el pan de cada día, el orden y la justicia; alcanzando a otros pueblos quienes vivieron esta bendición de reino. En este peregrinar, Dios llevó desde la tierra de Canaán a setenta personas, junto a la multitud de ganado; era Jacob y sus once hijos, sus esposas y retoños.
Jacob ahora llamado Israel recibió junto a todos los suyos, no sólo el alimento, también el forraje y el buen pasto para los animales. Cuando Dios gobierna, se respira no solo oxígeno, sino el aliento de Dios que purifica las almas destruidas, los corazones manchados que deambulan sin rumbo ni destino en busca de algo que nunca encuentran, hasta que miran a Cristo. Nuestro Dios y Padre que bendijo Egipto y cuya misericordia alcanzó a otras comunidades, hoy nos alcanza a nosotros, para vivir con la vida y el alma a rodillas continuando la batalla de la fe.
"Lo que Dios va a hacer" fue la respuesta de José a Faraón. Debemos hacernos uno con este hacer, porque bendice el alma de las naciones. El hacer de Dios no se hace solo, necesita al menos una persona de corazón obediente, blindados para servir, que miren lo que otros no ven y que hace que miren lo que ve y es. Faraón preguntó a sus sabios: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? (Gn.41) y tú que dices: ¿Lo hallaremos?
Sergio Lagos Luciano,
Pastor evangélico