Agencias/Redacción
La civilización más antigua de América, Caral, se ha revelado ahora como una sociedad también experta en astronomía, tras confirmarse que el Sol y la Luna jugaron un papel clave en la orientación de sus construcciones.
Considerada contemporánea a las grandes civilizaciones del mundo antiguo como Egipto, Mesopotamia y China, Caral se desarrolló hace unos 5.000 años en el valle del río Supe, a 130 kilómetros al norte de Lima, con un especial foco en el estudio del firmamento desde uno de los observatorios astronómicos más antiguos del mundo.
Es así que determinaron el posicionamiento de sus edificios, como sus grandes pirámides truncas, ubicadas generalmente frente a plazas circulares excavadas en el suelo.
De esta manera, los resultados estadísticos basados en la medición de 55 edificios de una docena de centros urbanos, arrojaron dos patrones principales. El primero, hacia el lunasticio mayor, que es la posición más al sur de la salida de la Luna; y el segundo, hacia la salida del Sol en el solsticio de verano, que se produce en diciembre.
No obstante, hay un tercer patrón, no tan fuerte, que apunta a Sirio, la estrella más brillante durante la noche en el hemisferio sur.
Para el arqueólogo José Ricra, autor principal de este estudio publicado en la revista Latin American Antiquity, de la Universidad de Cambridge, "los test de probabilidad muestran que el patrón de orientación fue intencional. De ninguna manera obedece a algo aleatorio o casual".
Medir el tiempo
Por lo tanto, no es algo fortuito que, en cada solsticio de verano, los primeros rayos de Sol ingresarán a la pirámide central de Caral por su escalera y cruzaran el salón principal a través de ventanas.
"Es muy probable que una persona haya estado en cima de los edificios como punto principal de la observación, para chequear tanto salidas como puestas de sol, en el caso de los solsticios", dijo Aldemar Crispín, el otro autor principal del trabajo.
Sin embargo, según argumentó José Ricra, el mejor punto de observación de este fenómeno estaba en la plaza circular, de manera que podía ser admirado por el resto de la población "con un propósito tal vez religioso o mágico" que destacara el poder de la élite.
De este modo, el solsticio de verano marcaba probablemente el inicio de la época de cosecha, pues coincide con el único momento del año donde el cauce del río Supe se llena de agua gracias a las lluvias en la cordillera de los Andes. El resto del año está casi seco.
En cuanto a los edificios orientados al lunasticio, se observó que estos son más difíciles de descifrar, ya que si bien la Luna está fuertemente vinculada a la pesca, esta posición solo ocurre cada 18,6 años, lo que revela una observación sostenida y concienzuda del firmamento.
"Puede haber dos explicaciones: una es que la luna haya sido un marcador de cuenta largo, y la otra es que la sistemática observación de la Luna les haya llevado a deducir que ese era su punto sur más extremo", agregó Ricra.
Eso sí, no siempre los edificios tuvieron la misma posición, pues algunos fueron variando a lo largo de la existencia de esta civilización, entre los años 3000 y 1800 a.C.
"Inicialmente pudieron haber estado enfocados al solsticio, y seguramente algunos permanecieron así hasta el final, pero otros pudieron haber ido modificando su orientación hacia la Luna", señaló Crispín, y añadió que cada orientación podría estar "en relación a una época determinada dentro de toda la ocupación de Caral. Hay muchas explicaciones".
Finalmente, para Marco Antonio Machacuay, subdirector de investigaciones, los hallazgos en materia astronómica son solo "el comienzo" de una serie de nuevos estudios en la sorprendente Caral, cuyos resultados se presentarán en 2022 en la mayor reunión de arqueoastronomía: las conferencias Oxford en La Plata, Argentina.
5.000 años
55 atrás se desarrolló Caral, contemporánea de civilizaciones como Mesopotamia, China y Egipto.