"Antofagasta es tierra de trabajo y oportunidades"
ANTOFAGASTINIDAD. Hugo Ramos, estilista.
Hugo Ramos Cabrera llegó hace más de 35 años a Antofagasta. Quería seguir con la tradición familiar y se vino al norte a cumplir su gran sueño, tener un centro de belleza y estética. Su padre, Sergio Ramos Rettez, en 1962, en pleno Mundial de Fútbol en Chile, había fundado una de las primeras barberías de Quillota, "Peluquería Ramos", la que hasta el día de hoy funciona de la mano de su hermano Sergio.
En la ciudad partió como peluquero en "Fígaros", uno de los negocios con mayor tradición en el rubro el local de calle Maipú, en las cercanías del Mercado Municipal, donde pulió su estilo y perfeccionó las enseñanzas heredadas de su padre, a los 16 años. Tras poco más de una década de esas lecciones, Hugo Ramos fundó su primer negocio, Peluquería Flamingo, en un pequeño local de la galería de calle Matta, en las cercanías del diario El Mercurio de Antofagasta y la Estrella del Norte.
Por cerca de un quinquenio atendió a varias generaciones de periodistas, fotógrafos y personal de la imprenta. "Eran unos verdaderos personajes, gente muy entretenida y llena de historias. Me acuerdo muy especialmente de Manuel Patroni, quien fue dirigente sindical, y del fotógrafo socialité Mario Requena, quien estaba en todos los eventos benéficos tomando fotos sociales. Lo primero que uno hacía el domingo era comprar el diario, a ver si aparecías para guardar la página para la posteridad, y mandársela a mi madre, Cristina Cabrera, mi otra alma mater", relata Hugo.
¿Por qué te viniste a Antofagasta?
-Mi hermana Doris, que también es estilista, se vino primero al norte. Y nos contaba que Antofagasta era tierra de trabajo y oportunidades. Si te esforzabas y eras responsable, era imposible que te fuera mal, por eso, a los 19 años, me vine a probar suerte a Antofagasta y hoy ya llevo más de tres décadas.
¿Qué pasó con tu local de calle Matta?
-Trabajé por cinco años en forma intensa, y con mis ahorros partí a perfeccionarme a Argentina y luego Europa. Viajar, aprender y especializarme me cambió la visión de hacer las cosas. Volví, creció la clientela y el local de Matta se me hizo chico así es que presenté un proyecto al banco y luego a Ivo Korlaet, quien tenía una casa a la vuelta del supermercado Korlaet La Manzana. Con mucho esfuerzo ahí consolidé mi proyecto, HR Flamingo, siempre de la mano de fieles colaboradores. El mes pasado cumplimos 23 años y fue la oportunidad de premiar a excelentes profesionales y mejores personas, como mi mano derecha, Silvia Bravo, Banguelia Karamanos y Hernán "Chelìn" Cerda. Fue realmente emocionante lograr ese hito y poder agradecer a Dios el haber superado la crisis de la pandemia, que tristemente obligó a cerrar muchos negocios del rubro. Es más, recientemente sumamos un socio estratégico, Inversiones Láscar, para reforzar toda la línea de estética integral.
¿Cuál ha sido la fórmula para crecer en la Perla del Norte?
Lo primero, aquilatar una vieja máxima aprendida de mis padres, no tenemos clientes, nosotros atendemos personas, amigos, a gente de la casa, muchos de los cuales llevan más de 30 años a nuestro lado. Más que un corte de pelo o tinturas, por decirlo en simple, desde el primer día establecimos que antes de entregar un servicio primero estaba la persona y su estado de ánimo. Por eso, es regla de oro de quienes nos visitan primero se sientan acogidos, estén bien atendidos y luego nos aseguramos que encuentren la asesoría especializada a todo lo que necesiten. Además, incorporamos productos de belleza orgánicos, porque es fundamental ayudar a proteger el planeta. Por ende, más allá de un buen look y una renovada imagen, la clave es motivar bienestar, felicidad y autoestima, sobre todo en Antofagasta, donde el servicio es clave.
A propósito de resiliencia, ¿cómo lograste superar la crisis y las cuarentenas?
-Reinventándome, hablando con el banco, ajustando costos, pidiendo prórrogas, atendiendo a domicilio, vendiendo productos de belleza bajo el sistema de delivery, haciéndolas todas. En un momento llegué a tener 35 personas contratadas y ni en los meses más duros de la crisis a nadie le faltó su sueldo. Tras la reapertura, mucho de ellos no volvieron por diversos motivos, así es que al final quedamos un equipo de 18 colaboradores, más de un 40% extranjeros.
¿Qué piensas de la migración?
-La migración si se hace por el proceso legal y ordenada, es buena, porque permite enriquecer la cultura y potenciar las economías locales, entre otros aspectos. En mi negocio he tenido contratado a profesionales y colaboradores peruanos, venezolanos, colombianos, bolivianos y argentinos, entre otras nacionalidades. En general, se trata de gente muy esforzada y con muchos sueños de crecer. Por eso yo los he contratado con todas las de ley, para que puedan ser parte del sistema y puedan radicarse como Dios manda. A varios de ellos les he dado la oportunidad de perfeccionarse, de que se superen. Por eso me pongo alegre cuando me cuentan que están optando a un crédito hipotecario o están pensando en emprender. A chilenos y extranjeros nos tiene que ir bien, el secreto no tiene distingos, la clave es trabajar duro, esforzarse y hacer lo correcto.