Los tentáculos del narcotráfico
Las redes de este tipo de organizaciones criminales no trepida en extorsionar o sobornar para conseguir sus fines y expansión de su negocio ilícito. Es una obligación como país fortalecer nuestras instituciones para impedir que los carteles se extiendan a sectores sensibles.
No hace mucho se informaba que los grandes carteles de drogas se estaban desplazando desde la zona central del continente hacia la zona sur que, obviamente, incluye nuestro país. El mensaje provenía de la labor de la Fiscalía Nacional, que a través de su máxima autoridad Jorge Abbott, detallaba algunos de los antecedentes y procedimientos adoptadas que reflejaban el avance en nuestro territorio de estas organizaciones criminales.
La mirada de ese momento fue que el país ya no era solo un pasadizo de la droga con destino a Estados Unidos o países europeos. También se buscaba instalar centros para la fabricación y distribución de la mercancía ilícita.
En México y en Colombia, principalmente, el poder de los carteles es insospechado, porque se cuelan en todos los estamentos de la sociedad para corromperlos y así lograr sus fines. Las historias son múltiples y se conoce que las redes narcos llegan a las policías, a la política y a los poderes del Estado a través de amenazas, sobornos y otras formas aún más crueles de convencimiento,
Chile está lejos de ello, pero sí vemos como el narcotráfico ingresa en los barrios y se convierte en la forma de vida para esos pobladores. Mientras los líderes de estas bandas cuentan en millones sus ganancias, la destrucción se siembra por las calles de los sectores marginales.
Pero el negocio debe sustentarse y seguir creciendo. Y para extenderse no se trepida en aplicar los métodos más cuestionados como extorsión y sobornos en cantidades que para muchos les significarían toda una vida de trabajo.
Y en esos afanes es que se infiltran en las instituciones de seguridad y en el aparataje estatal. Como lo hemos visto en los últimos días en nuestra región con el caso del funcionario de la Delegación Provincial Regional (DPR) detenido en un operativo de control de drogas que buscaba desarticular una peligrosa banda.
Puede que sea un caso aislado, pero es una clara señal que así como en otros países el narcotráfico está penetrando organismos vitales de nuestra sociedad.
Es una obligación como país fortalecer nuestras instituciones, pero también es necesario que exista un refuerzo valórico de quienes ocupan cargos en las instituciones gubernamentales y de los poderes del Estado. Y condenar desde el discurso y las acciones este tipo de conductas o nos encaminaremos por una ruta sin retorno.