Niñas, niños y tradiciones
"Generemos espacios de comunicación y viaje en el tiempo, pero no sólo en septiembre, si no cada día, en cada encuentro familiar". Sandra Urra Águila, Académica de la UNAB
Septiembre siempre colorea de blanco, azul y rojo las paredes de jardines infantiles y escuelas, los centros comerciales y supermercados llenan las vitrinas de banderas y decoración tricolor a la vez que sacan de sus cajones las cuecas y tonadas para ambientar las compras de sus clientes, en resumen, escuchamos hablar de patria y tradiciones, a la vez que contamos los días feriados que implicarán las celebraciones cada año.
Pero, ¿cómo acercar a niños y niñas a las tradiciones?, ¿cómo vincularles con el aprendizaje?, ¿cómo lograrlo sin caer en un ejercicio forzado, artificial e impuesto?, ¿cómo vivir las tradiciones y construir identidad?, pues respuestas puede haber muchas, pero me atrevo a decir que el desafío hoy es favorecer el diálogo, la memoria y las historias propias de cada familia.
Generemos espacios de comunicación y viaje en el tiempo, pero no sólo en septiembre, si no cada día, en cada encuentro familiar escuchemos a nuestros abuelos, padres, tíos, dialoguemos, compartamos recuerdos, imágenes, juegos, ilusiones, vivencias y emociones; hagamos vivo el concepto de tradición, nunca es tarde para construir nuevas tradiciones, identidades y realidades.
La escuela debe ser un espacio respetuoso y amoroso en que cada historia de vida es escuchada y valorada, un espacio en que niños y niñas aprenden, comparten, conocen y viven la diversidad de formas de entenderse, construir memoria y sus propios significados de patria.
Hoy es fundamental un espacio educativo que no sólo se vista de tricolor, sino que también promueva la conversación, la memoria, el descubrimiento y reconocimiento de las diversas historias que llegan a las salas de clases de la mano de niños y niñas que traen nuevas tradiciones que guardaron en su corazón al salir de sus países, de sus comunidades, de sus hogares, en fin.
Somos tradición hecha vida, de esa que se construye cada día en las calles, en los juegos, en los nuevos sabores, colores, leyendas y sonidos que hoy nos acompañan; la diversidad se enriquece con el encuentro de culturas, no con la negación de otras realidades, no desde el odio o competencia sino desde el encuentro que nos permite construir identidad, recordar lo que amamos y valorar lo construido.