Continuidad urbana, reconversión y memoria
"Toda esa franja debiera ser reconvertida hacia nuevos usos mixtos, que por supuesto incluyan espacios públicos". Claudio Galeno-Ibaceta, Director del Programa de Magíster Arquitectura en Zonas Áridas, UCN
Desde hace algunos años que el destino de los terrenos de las empresas petroleras en Antofagasta están en el debate público. A propósito de sus mejores destinos, muchas ciudades industriales han trabajado sobre estas ideas: continuidad urbana, reconversión y memoria industrial.
Si bien, esos terrenos con fines industriales datan de fines de los años 20 (siglo XX) con la primera empresa instalada en el sector, la Shell Mex Chile, vinculada el ferrocarril que salía por el patio norte hacia Mejillones, y que dispuso desvíos hacia estos terrenos (de ahí su extraña forma de polígonos irregulares); esas áreas industriales siguieron expandiéndose hacia el norte y formaron una barrera urbana, por las grandes dimensiones de esos predios.
Luego, o en paralelo, se planificó hacia el oriente, o hacia el cerro, la población que fue denominada como Barrio Norte, una gran extensión de manzanas rectangulares. La ciudad siguió expandiéndose bajo ese patrón, una franja industrial por el borde y las viviendas hacia el oriente, de modo que la vida urbana quedó aprisionada entre paños industriales y las montañas.
En aquellos años, el borde mar no era visto como un posible espacio público, como lo reclamamos hoy en día, sino que para una ciudad industrial era la forma de comunicarse con las embarcaciones que llevaban y traían las cargas.
Pero hoy tenemos una conciencia distinta. Las personas no solo deben trabajar y dormir, sino también descansar, tener el derecho al ocio. Por otro lado, sabemos que las ciudades más amables son aquellas que permiten caminar y disfrutar de un sistema de espacios públicos, ir de uno a otro en pocos minutos. Eso en esa área no ocurre y las personas se merecen disfrutar de uno de los mejores regalos que tiene Antofagasta: el mar.
Toda esa franja debiera ser reconvertida hacia nuevos usos mixtos, que por supuesto incluyan espacios públicos, de forma que los ciudadanos puedan transitar hacia el borde costero. Esos grandes paños debieran ser fragmentados, para crear continuidad con nuevas calles y paseos, otorgando la posibilidad de desplazarse a pie en pocos minutos entre la vivienda y los lugares públicos.
Esos predios enormes son una oportunidad de hacer una ciudad saludable, amable y actual. Algunos de los enormes estanques, que ya son parte de la imagen urbana, podían mantenerse y reciclarse, como se ha hecho con las grúas del puerto, de modo a reconocer nuestra historia urbana inevitablemente conectada con la industria. Hay positivas experiencias de preservación de estos legados industriales, sostenidos en chimeneas, galpones, estanques, grúas, viaductos u otro tipo de piezas ingenieriles, incluso reconvertidas, como es el caso de estanques y silos.
La calidad de vida, la renovación urbana y la memoria, deben ir de la mano. Continuidad, reconversión y memoria pueden ser la punta de lanza de una ejemplar Antofagasta.