La Ética y la vida
"En estos días hemos sido golpeados por una serie de hechos que nos alertan de manera inequívoca, que algunos miembros de nuestra sociedad". Daniel Solís Igor, Rector del Centro de Formación Técnica Estatal
Los seres humanos somos esencialmente libres en nuestro actuar. Cada uno y según sus principios, legítimas aspiraciones, intereses y valores, puede optar entre distintas opciones que se generan en el diario vivir, ya sea eligiendo entre alternativas, actualizándolas o desechando las no elegidas que quedan abiertas para posibles usos futuros. Es lo que se llama la contingencia del obrar humano como lo indica el sociólogo alemán Niklas Luhmann.
Si bien hay un dilema comprensible a la hora de definir lo que puede ser reconocido como éticamente aceptable, tal parece que la regla de oro contenida en los evangelios es absolutamente pertinente al objetivo: no hagas al otro lo que no te gustaría que te hagan y trátalo como te gustaría ser tratado. Sin duda las valoraciones éticas son mucho más complejas que la referencia anterior y en muchos casos son el correlato del lugar de procedencia de una persona, de sus intereses, creencias, valores e ideología de acuerdo con las que elegirá su modo de actuar y aceptará como válido lo que considere éticamente correcto dejando de lado lo que estime como inaceptable.
Y esto ocurre en la vida real, aquella que dice relación con la familia, el trabajo, las amistades, las organizaciones que habitamos, los estudios, la política o el Estado. La vida real, esa de las relaciones, los negocios pequeños o grandes, sea en la gran corporación o en la naciente pyme, esa de lo frugal o suntuario, del oro o la menta.
En estos días hemos sido golpeados por una serie de hechos que nos alertan de manera inequívoca, que algunos miembros de nuestra sociedad han perdido el rumbo en este camino y que urge un redireccionar de decisiones que lo enmiende. Mentiras flagrantes, intenciones aviesas, ánimos turbios de figuración pública, mesianismo y un ánimo de reivindicación social que busca refundarlo todo, retro excavando incluso los fundamentos de la cultura. Y frente a lo anterior, que puede ser comprendido a la luz del duro aprendizaje social de estos últimos años, se presenta el actuar chueco, la intención torcida de modificar la realidad, el gran engaño a mansalva. Muy mal ahí algunos compatriotas en cuyos hombros se depositaron confianzas para la realización de trabajos públicos de máxima importancia y de trascendencia insospechada.
Cuando una sociedad pierde su capacidad de asombro, comienza una espiral de degradación ética que lleva a que hechos tan repudiables como los acaecidos, pasen a ser normales y prueba irrefutable de la "chispeza" de algunos para saltarse la fila. Lo bueno de todo esto, es que nuestra sociedad ha reaccionado rechazando y condenándolos, como corresponde a un cuerpo social que goza aún de buena salud.