Desalinización: cambio de paradigma
"La desalinización representa una tecnología limpia, sustentable y cada vez más accesible". Francisco de la Barra G., Director de la Asociación Chilena de Desalinización
Vivimos un complejo panorama hídrico a raíz de la severa sequía que afecta a nuestro país. El cambio climático ha convertido al agua en un símbolo de escasez y los estudios indican que no estamos frente a un evento hídrico aislado: es poco probable volver a un abastecimiento normal a futuro. Por el lado de la demanda, si aspiramos a solucionar problemas que afectan a un grupo importante de habitantes de Chile, sumado a mayores niveles de crecimiento y desarrollo, el consumo de agua incrementará, poniendo aún más presión al sistema hídrico.
Paradójicamente, somos un país con fuentes de abastecimiento de agua muy cercanas a las zonas de mayor consumo. La Cordillera de los Andes se ha comportado como nuestra fuente tradicional de abastecimiento, apoyada en su almacenamiento y distribución por redes naturales y artificiales que van hacia el mar. Sin embargo, nunca hemos considerado seriamente el agua proveniente del Océano Pacífico como parte de la solución. La razón natural de esto ha sido el costo de la desalinización del agua de mar y el traslado de esta hacia los puntos de consumo.
La situación crítica de abastecimiento y una mirada más estratégica a nivel país nos obliga a cambiar este paradigma. Comencemos a mirar al agua de mar como una solución válida y realista. Construir embalses en los que finalmente no habrá agua que almacenar resulta inconsistente con la información disponible y con la situación de las cuencas. En cambio, focalizar parte de esos mismos recursos en la construcción de plantas desalinizadoras podría ser una buena solución.
La desalinización representa una tecnología limpia, sustentable y cada vez más accesible, considerando importantes reducciones en sus costos de producción y en el valor de la energía. Los avances tecnológicos han colaborado en dar soluciones a impactos ambientales de estos proyectos, y los principales actores de la industria tienen clara la necesidad de reducir aún más esos impactos.
Sin embargo, existe un vacío importante en marco regulatorio e institucional para que esta industria despliegue su potencial, que se agilicen las inversiones y que se promueva el uso de la desalinización en sectores distintos de la minería. Aportar certeza jurídica en el uso y goce del agua desalinizada; perfeccionar el sistema de otorgamiento de concesiones marítimas; entregar títulos jurídicos que permitan la imposición de servidumbres para la construcción de acueductos; definir un sistema de permisos que diferencie proyectos de gran y pequeña escala y principalmente determinar un rol estratégico del Estado en la planificación, coordinación y promoción de la industria desalinizadora, permitiendo la participación privada y pública y mixta, son pasos que como país debemos tomar. Estamos muy atrasados y las necesidades son urgentes.