"Además del covid y de la incertidumbre política, Chile vive hoy dos crisis adicionales"
Docente proyecta el modelo de desarrollo, la "pérdida de poder" de la élite tradicional, las elecciones y el trabajo de la Convención.
Cuando ocurrió el estallido social de octubre de 2019, había quienes tenían razones para el pesimismo. Uno de ellos era Juan Pablo Luna, cientista político uruguayo, afincado en Chile por más de 15 años, profesor en la Universidad Católica e investigador del Instituto Milenio Fundamentos de los Datos quien, en sus investigaciones alimentadas por un detenido trabajo de campo, venía diagnosticando desde mucho antes una inminente crisis del sistema político nacional, como quedó documentado en su libro "En vez del optimismo" (Catalonia, 2017).
En su libro señalaba una serie de indicadores y circunstancias pre- estallido que apuntaban a una crisis. ¿Sigue habiendo pocas razones para el optimismo?
-Durante años, en el territorio, uno observaba niveles de rabia y de resentimiento brutales, asociados al maltrato y vulnerabilidad que sufrían los sectores populares en Chile. Los escándalos asociados a la corrupción, así como las sucesivas olas de protesta, eventualmente apuntaban a lo mismo. Sin embargo, al mismo tiempo, se veía a un sistema político aislado en su propia lógica, y proyectando una narrativa de éxito asociada también al crecimiento económico y la actividad empresarial. Eso, desde mi perspectiva, era una bomba de tiempo por explotar. Y la explosión llegó el 18 de Octubre de 2019. Mi pesimismo radicaba en la incapacidad de la élite de entender los problemas "del modelo" y de actuar en consecuencia.
En una columna después de la elección de los integrantes de la Convención Constitucional señaló que ella logró parecerse a Chile más que ningún otro cuerpo elegido e incluso que es "la asamblea más popular en la historia republicana del país". ¿Eso alivia la crisis de representación?
-Sí. Lo más importante que tiene que producir el proceso constituyente es legitimidad, renovando la confianza ciudadana en las instituciones. Esto es tan o más importante que lo que vaya concretamente en la nueva Constitución. En ese sentido, la elección de la Convención generó un aumento significativo de lo que llamamos representación descriptiva. La Convención se parece mucho más a Chile que el Congreso. Acabamos de terminar un trabajo de campo en torno al proyecto PlataformaTelar.cl, en el que medimos expectativas y satisfacción con el proceso antes y después de la elección. Los sectores populares y medios están hoy más esperanzados y satisfechos con el proceso de lo que estaban antes de conocerse el resultado. Al mismo tiempo, la élite tradicional, la que perdió poder por primera vez en mucho tiempo, está obviamente insatisfecha y asustada. Eso último es peligroso, por lo que ojalá en la medida que el proceso avance, que se vayan generando confianzas entre gente que no se conocía y entre la que hay mucho resentimiento aún, se vayan encontrando mínimos comunes para avanzar en un set de reglas que asegure los derechos del conjunto de la población.
Todo esto coincide con otras crisis, como la sanitaria y su consiguiente crisis económica. ¿O hay más crisis?
-Además de la crisis del covid y de la incertidumbre política, Chile vive hoy dos crisis adicionales. Una crisis de capacidad estatal, y una crisis de modelo de desarrollo. Por un lado, el Estado chileno, estando entre los más capaces de la región, ha mostrado limitaciones evidentes. Y además se encuentra hoy desafiado por dinámicas de informalidad y criminalidad organizada que limitan su llegada a nivel territorial. En el trato con los sectores vulnerables, la institucionalidad estatal aparece como uno de los principales victimarios. Por otro lado, el modelo de desarrollo tiene topes estructurales. Tenemos problemas serios de sustentabilidad ambiental, y una economía que sigue estando fuertemente anclada en producción primaria, con todavía poca capacidad de generar innovación y de aumentar productividad. Esa economía hoy no logra ofrecer trabajos de buena calidad a quienes apostaron, en las últimas décadas, al logro educativo como forma de movilidad social. Parte importante de la movilización y activación política de los jóvenes tienen que ver con las promesas rotas de un modelo que les prometió que si estudiaban e invertían en educación, progresarían. Aunque hoy estén mejor que generaciones anteriores, tienen entre manos una deuda que no pueden pagar y están muchas veces sobrecalificados para los empleos que genera nuestra economía.
Convención Constitucional
¿De qué manera esas crisis inciden en el proceso constituyente? Por ejemplo, la demanda de mayores derechos sociales parece menos posible de concretar en una sociedad más pobre.
-Todo lo anteriormente mencionado implica que financiar los derechos sociales que seguramente se incorporen en la Constitución requerirá un nuevo modelo de desarrollo, anclado a un pacto social que debe acompañar al proceso constituyente. En otras palabras, no alcanza con un cambio de reglas o con decretar derechos. Hay que repensar bajo qué parámetros y con qué apuestas se busca retomar y redoblar el crecimiento económico.
¿Considera que hay una redistribución de las fuerzas políticas en la Convención o sólo son diferencias de nombres?
-Creo que se ha producido una redistribución en ambas dimensiones. Hay una renovación de nombres, pero también de clase social, de color de piel, de diversidad territorial. Y obviamente, la paridad de género produce también un cambio fundamental.
Destaca fue la fuerte presencia de independientes. ¿Cómo pueden articular sus puntos de vista o se convertirán en algo parecido a los partidos políticos?
-El dilema de los independientes es que naturalmente comienzan a perder su valencia como independientes cuando entran al sistema y deben coordinar y negociar con otros. En ese contexto, o se diluyen, o desarrollan formas de organización y funcionamiento similares a la de los partidos políticos.
¿Y cómo ve el fenómeno de la Lista del Pueblo?
-La Lista del Pueblo tiene una estructura, por su heterogeneidad interna e inserción territorial, ideal para competir en elecciones parlamentarias. Pero esa misma fragmentación y heterogeneidad interna complican su capacidad de encontrar una candidatura presidencial que evite quiebres internos. Es muy difícil que una persona logre representar esa diversidad, y una diversidad bien moralizante por lo demás, sin terminar rápidamente frustrando expectativas y quebrando la organización.
La Convención tiene poco tiempo para su labor. ¿Qué opinión le merecen estas primeras semanas de su funcionamiento?
-Me parece natural, tanto la estridencia de algunos, como las desprolijidades del inicio. Pero creo que estamos viendo un proceso rápido de convergencia a lógicas institucionales de funcionamiento, y un clima un poco más positivo y propositivo. Y en ese sentido también me parece importante la representación de la derecha en las vicepresidencias.
¿Le sorprendieron los resultados de las primarias? ¿Qué significa el triunfo de Boric en la izquierda y el de Sichel en la derecha?
-Honestamente, no tanto. Ambas candidaturas representan bien el clima de época. Respecto a Boric, siempre he creído que la gente está mucho menos polarizada ideológicamente que la clase política. Y creo que se está en la búsqueda de cambios profundos, pero al mismo tiempo ordenados y tranquilos. Respecto a Sichel, es una cara nueva, que compitió con un programa casi "concertacionista", también con un tono liviano, positivo. Creo que es bien elocuente que el candidato de derecha tenga que ser tan poco de derecha en su relato y estética, para ser electoralmente viable como representante de ese sector. Su problema fundamental es la credibilidad de su promesa. Es un candidato del riñón del piñerismo, con financiamiento de la élite empresarial, que debe hacer creíble la promesa de hacer algo muy diferente, pero dependiendo de los mismos sostenedores.
¿Cómo se inscriben en ese escenario Provoste y Kast?
-Parece obvio a estas alturas que Provoste tiene menos espacio para crecer con este resultado de primarias. Pero la elección aún está muy abierta y hay muchas candidaturas adicionales que podrían llegar a inscribirse en el proceso. Dicho eso, creo que la elocuencia de los resultados de la primaria otorgan ventajas a los ganadores. En el caso de Kast, de persistir y profundizarse la crisis económica y los problemas de seguridad pública, tiene chances de crecer en un segmento ciudadano nostálgico del "oasis" perdido, y en lo que queda del pinochetismo duro. También ha crecido en alianza con liderazgos evangélicos, en oposición a la agenda de género. Pero al menos por ahora, creo que tiene un techo bajo.
"Parte importante de la activación política de los jóvenes tienen que ver con las promesas rotas de un modelo que les prometió que si estudiaban e invertían en educación, progresarían".