"El Principito" frente a la eternidad
En mis años de mocedad proletaria era común compartir los libros. Alguien, entonces, puso en mis manos "El Principito" de Antoine-Marie-Roger de Saint-Exupéry. Magnífico libro. Disfruté con los dibujos del autor. Ese volumen en español, reproducía la edición francesa de 1945 hecha por Editorial Gallimard. Tratando de entender esa bella historia, por allí leí que "en abril de 1943 apareció, en inglés, y fue puesta en venta en las librerías de Nueva York." Desde entonces, entre mis recuerdos hay uno que dice que mi edad es la misma de ese Principito.
Por los años aludidos, supongo que de los "libros para niños" --tema de algunos intelectuales--, ya existía suficiente información avalada por la tradición cultural de muchos pueblos. Al dedicarme a las Letras, algunos textos nacionales destacaban a Marcela Paz con su "Papelucho" y a Carmen de Alonso con sus cuentos infantiles. Al hablar de "poesía para niños", la referencia obligada era Gabriela Mistral -"¿En dónde tejemos la ronda?/¿La haremos a orillas del mar?"-- y, en el Norte chileno, todos mentaban algunos de los poemas de Andrés Sabella.
"El Principito", según la Dedicatoria, es un "libro para niños". Esta idea, hoy absolutamente generalizada, se sustenta en tres palabras y por lógica, lleva a pensar en una verdad monumental: detrás de esas palabras hay un hecho, es decir "un libro" que sigue imponiéndose a las conciencias de quienes lo leen. "El Principito" fue escrito para el adulto León Werth, "el mejor amigo del autor, capaz de entenderlo todo, incluso los libros para niños. Esta persona mayor, en Francia, pasó hambre y frío y verdaderamente necesita consuelo." Estos considerandos explican que la obra sea para el niño que una vez fuera León Werth, porque todo anciano fue niño, pero pocos lo recuerdan.
Un libro para el niño eterno que pervive en la intimidad espiritual y da una razón de ser a cada individuo en su devenir temporal. Decirlo así permite entender la dimensión simbólica del libro: el niño simboliza un futuro y se contrapone a los mayores que significan el pasado, idea que viene a complementar lo dicho por el zorro al Principito: "no se ve bien si no es con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos." ¿Cuántos "niños" se reconocen lectores de este "libro para niños"?
Osvaldo Maya C. Antofagasta, 23.04.2021.