Exportemos amistad
"Sintamos, amigos lectores, esa inmensa e infalible alegría de ser amigos".
La amistad es un bello y perfumado rosal que vegeta en todas partes; en todas las tierras, en todos los climas y bajo todos los cielos. Pero es una planta tan delicada, tan exquisitamente delicada, que para que florezca es necesario cultivarla con esmero y cuidarla con infatigable perseverancia; porque la marchitan tanto las heladas de las zonas frías como el sol ardiente de los trópicos.
Quizás por esta causa decía Cicerón, si bien exageradamente y con mucho escepticismo, que en el correr de los siglos apenas podían contarse tres o cuatro pares de amigos. Y por eso: por su natural exquisitez, por su delicadeza de porcelana, por su peligrosa fragilidad, por su excepcional de cristal inmaculado, la amistad viene a ser el sentimiento más noble del corazón humano; de tal manera que no admite extremos contrarios ni calificativos de ningún género , porque en sí misma lleva la grandeza de todos los calificativos. En efecto, no podemos decir que un amigo es bueno o malo, verdadero o falso, leal o desleal, como acontece con los individuos ligados entre sí por vínculos de consanguineidad, Los padres, los hijos, los hermanos, buenos o malos, conservan su parentesco. Así, Pedro el Grande no dejó de ser padre, después de haber decretado la muerte del Príncipe Alejo; ni Nerón dejó de ser hijo, después del asesinato brutal de Agripina; ni Caín dejó de ser hermano, después del fratricidio bíblico. En cambio, el amigo deja de serlo con el solo acto de deslealtad y a veces, por desgracia, por una simple inconsecuencia.
Y es que los vínculos de la amistad no son de sangre, sino espirituales; son vínculos, son emanaciones, las vibraciones, las palpitaciones sagradas impalpables y sutiles del alma. El sólo nombre de amigo, de amigo nada más, lleva envuelto en la magia de sus cinco letras el enorme atributo de los dioses, que es la excelsitud. Por eso he dicho que la amistad es el sentimiento más noble del corazón humano. Cultivemos primero y exportemos después, este noble sentimiento, seguros de que el ideal de servicio será productivo y más rico en bienes generales, si despliega y bate sus alas sobre el pedestal de la amistad.
Sintamos, amigos lectores, esa inmensa e infalible alegría de ser amigos. Jóvenes o ancianos, poderosos o humildes, felices o desdichados, seamos amigos. De este modo sabremos que el compañerismo y la camaradería no son sino flores más fragantes de la amistad; y tendremos un concepto más cabal, una visión más clara y más completa de lo que vale y significa la cooperación en todas las actividades sociales y estaremos mejor preparados para servir, y sentiremos la íntima y recóndita satisfacción que produce la labor honrada de todos los días, la labor de todo momento, el trabajo, en fin, que no es penitencia bíblica, sino la única esclavitud que redime y ennoblece.
Arturo Mardones Segura
Rotary Club Chuquicamata