Las voces del aluvión cuentan cómo fue la tragedia treinta años después
18 DE JUNIO DE 1991. Ocho antofagastinos relatan sus vivencias y recuerdos de aquella trágica madrugada y la forma en que el desastre afectó a sus vidas y cambió para siempre a la ciudad.
Durante la noche del lunes 17 de junio de 1991, un inusual viento cálido comenzó a pasar por la ciudad de Antofagasta, rompiendo con las habituales temperaturas moderadas que la zona norte solía presentar en invierno. El viento daría paso a una llovizna que -mientras avanzaba la madrugada del martes 18-se transformó en una violenta e inusitada lluvia nunca antes vista
Fueron 42 milímetros en aproximadamente tres horas que golpearon como nunca antes a la capital regional. Antofagasta no estaba preparada para vivir un fenómeno así. La cantidad de agua caída aquella vez superó en más de diez veces al promedio anual de la región.
La lluvia torrencial provocó que las quebradas se derrumbaran, lo que generó avalanchas de agua, barro y escombros que cayeron encima de muchas calles de los sectores altos y el centro. A la mañana siguiente se pudo comprobar la magnitud de la pesadilla, cuando la luz del sol permitió ver la gran cantidad de casas cubiertas de tierra o reducidas a ruinas.
Diversos factores contribuyeron a aumentar la desgracia. La inexistencia de obras de mitigación aluvional en aquel entonces, el material de construcción de las viviendas del sector, así como los precarios asentamientos que existían en torno a las principales quebradas amplificaron la tragedia.
El aluvión del 18 de junio dejó un saldo de 91 muertos, 19 desaparecidos y la destrucción de cerca de 700 viviendas, dejando una herida que quedaría marcada para siempre en la historia de Antofagasta.
Al cumplirse 30 años de la tragedia, ocho antofagastinos que la vivieron en carne propia relatan sus memorias y cuentan qué estaban haciendo en el momento que la lluvia generó la catástrofe más grande de la historia de la ciudad.